lunes, 15 de abril de 2024

Ese desconcierto llamado Sumar


Me pregunto cómo alguien pudo pensar alguna vez que el futuro de la izquierda en España pasaba por Sumar. Cuando estos días leo y escucho a incondicionales de la causa Magariños empezar a caerse del caballo y proclamarlo sin pudor a los cuatro vientos, no puedo menos que preguntarme qué les llevó a aquel enamoramiento incondicional que apenas les ha durado un año.


¿Era tan difícil ver que se trataba de la nada envuelta en celofán? ¿Qué les prometieron, qué panorama de futuro les dibujaron? Y lo que es más interesante, ¿quién lo hizo? ¿cuáles eran los objetivos? ¿dónde estaban las ventajas de un invento que a todas luces dejaba claro que se trataba de fagocitar a Podemos, buscar su desactivación y anular su proyección pública?


¿Por qué se intentó demonizar a Podemos en lugar de sumar de verdad y apostar por una izquierda más fuerte todavía de lo que en un momento dado llegó a ser, una izquierda que consiguió poner en jaque al bipartidismo y que, más consolidada aún, hubiera logrado en algún momento dar carpetazo a la correlación de fuerzas de los últimos cuarenta años?


De todas las posibilidades que el liderazgo de Yolanda Díaz tuvo de construir una interesante alternativa de futuro, ella y quienes la rodeaban eligieron la peor ¿Por qué decidió ponerse de perfil cuando sus compañeras en el Gobierno de coalición eran vituperadas en el Congreso mientras peleaban por sacar adelante iniciativas de progreso? ¿Por qué las ninguneó en Magariños? ¿Por qué en su momento no hizo nada para que Irene Montero continuara de ministra? ¿Por qué dejó sin voz a Ione Belarra en el Grupo Parlamentario forzando así la marcha de los representantes de Podemos al Grupo Mixto?


¿Para qué sirvieron los procesos de escucha? ¿las primarias para cuándo? ¿qué iniciativas políticas han puesto en marcha que incomoden a sus socios de coalición? ¿qué peso específico tienen en estos momentos en el gobierno de Sánchez? El rifirrafe entre las distintas sensibilidades políticas que aún forman parte de Sumar, a la hora de conformar la lista de candidatos para las elecciones europeas, ha sido vergonzoso: Jaume Asens volviendo al ruedo (tras haber proclamado que se marchaba de la política) para ocupar en nombre de los Comunes el segundo puesto, Compromís amenazando con marcharse al grupo mixto en el Congreso si no conseguía el tercer lugar, Izquierda Unida comprobando cómo la lideresa hacía y deshacía sin contar con ellos y peleando con Verdes Equo y Más Madrid por el cuarto puesto… 


Es verdad que las izquierdas tienen que confluir alguna vez, se sabe que es la única manera de volver a recuperar el terreno perdido, pero parece claro que habrá que reinventar cómo. Sumar no es eficaz. Lo sabe Izquierda Unida, lo sabe el PCE, lo sabe Compromís, lo saben los Comunes: así no se va a ningún lado. Falta el argamasa, el pegamento que una esa oferta política que seduzca a tanta gente como en estos momentos anda desconcertada, preguntándose qué demonios pasa, gente que anda cabreada con mucha razón y que muy probablemente se quede en casa en las próximas convocatorias electorales como las izquierdas no espabilen de una vez. 


Es una obligación dar con la tecla, los mimbres están, el contenido político se encuentra en los planteamientos ideológicos de aquel primer Podemos que consiguió poner nervioso al sistema hasta el extremo de llevarlos a reaccionar con la violencia que lo hicieron para intentar acabar con ellos cuanto antes. No lo consiguieron, porque la esencia sigue viva. Si aquellas confluencias fueron posibles, han de volver a serlo. Quizás con nuevos nombres y nuevas caras, pero la potencia y la personalidad del proyecto nacido en 2014 permanece. Quienes pusieron toda la carne en el asador para destrozarlo saben que no han acabado con él. De ahí la apuesta esta vez por un Gobierno de coalición de izquierda light, de ahí que los miembros de Sumar en el ejecutivo tengan mucho menos peso y se les respete menos que al bloque de Unidas Podemos en el anterior Consejo de Ministros. 


Podemos está vivo –el CIS lo acaba de certificar- y sus ideas mucho más. Puede que cueste que eso se materialice en apoyo electoral a corto plazo pero, desde luego, lo que acabará disuelto como un azucarillo en el agua, y más pronto que tarde, será esa entelequia, ese desconcierto llamado Sumar de donde empiezan a marcharse profesionales de la supervivencia que tanto lo apoyaron en sus inicios. 


J.T.



lunes, 8 de abril de 2024

En el 80 aniversario de la muerte de Chaves Nogales


Llevo un tiempo preguntándome qué diría y qué cosas escribiría Manuel Chaves Nogales si le hubiera tocado vivir el momento canalla por el que atraviesa el periodismo de nuestro país en estos momentos. Me pregunto cómo reaccionaría ante las infames portadas diarias de la mayoría de los medios, qué comentarios haría a propósito de tanto personaje ultramontano como se mueve últimamente en el panorama periodístico de nuestro país, cómo valoraría los rifirrafes parlamentarios, cómo se enfrentaría al uso de la mentira sin escrúpulos por parte de políticos y periodistas. ¿Tendría cuenta de twitter o de instagram, sería activo en redes, podría realizar hoy los viajes que entonces hizo, publicar las entrevistas y reportajes que en sus tiempos pudo conseguir?


En la facultad nunca nos hablaron de Manuel Chaves Nogales, de cuya muerte se cumplen ahora ochenta años. Entre mis profesores de Periodismo estaban Manuel Vázquez Montalbán, Romà Gubern o Josep Pernau. ¿Sabían ellos y sus compañeros de claustro quién era la persona cuya calidad periodística habría enriquecido sin duda alguna nuestro aprendizaje en la entonces recién nacida facultad de Periodismo de Barcelona? No sé qué pensar. Corrían los primeros años de la década de los setenta y Chaves había muerto en Londres en 1944 de una peritonitis, solo y olvidado. Olvidado y condenado a muerte por el franquismo después de muerto. 


Como no pudieron matarlo, decretaron su inexistencia ¿y cuál había sido su delito? No casarse con nadie desde que con dieciocho años empezó a ejercer en Sevilla el oficio de contar. Se limitó siempre a andar, viajar, llegar a los sitios y escribir lo que veía y lo que oía. Nada más y nada menos, periodismo en estado puro redactado de manera impecable. Hasta llegó a embarcarse en un viaje en avión por toda Europa (Bakú, Berlín, Leningrado…) para escribir después una serie de reportajes narrando lo que había vivido.


Era reporterismo y era literatura. Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y  soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer –contaba en el prólogo de su libro “A sangre y fuego-, mi patrón me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí”.


Se relacionó con Unamuno, con Azorín, con García Lorca, Cernuda Baroja, Marañón, Valle Inclán… De la obra de todos ellos tuvimos noticia en la facultad pero de Chaves Nogales, ni una palabra. Si mis profesores universitarios sabían algo de él, no puedo entender por qué nunca mencionaron siquiera el nombre de este periodista y escritor sevillano nacido en1897. Y si no sabían nada, cosa que me cuesta creer, desde luego la eficacia del franquismo al decidir borrarlo del mapa estaba claro que había cumplido su objetivo. 


El asunto es serio porque el desempeño profesional de Chaves Nogales no pasó precisamente desapercibido en su época. Con 33 años, era ya director del diario madrileño “Ahora”, periódico republicano de centroizquierda que se encontraba entre los más influyentes de la época. Fue cronista, analista pero sobre todo un reportero prolífico que procuraba ser ecuánime, lo que no quiere decir equidistante, ni mucho menos. Aunque murió joven, con 46 años, a fe que el tiempo le dio de sí. Escribía fluido, entendible, y ningún tema de actualidad escapaba a su interés ni a su pluma. Al ser sevillano (nació  en la misma calle que Antonio Machado) dedicó algunos de sus trabajos al costumbrismo de su tierra, a la ciudad y sus habitantes, la semana santa, el rocío… y allá donde ponía el foco, ponía también el dedo en la llaga. 


Merced en gran parte al trabajo de la investigadora María Isabel Cintas, casi estaba acabando ya el siglo XX cuando el boca a oído en el mundo del periodismo y la literatura empezó a ocuparse en España de la memoria de Chaves Nogales. Era republicano y demócrata pero no sectario, y eso le supuso contraer enemistades hasta en el exilio republicano parisiense, donde llegaron a acusarlo de ser poco comprometido. Pero él, como decíamos, se limitaba a andar y contar. A lo largo de su carrera entrevistó a personajes de todo tipo, desde al torero Juan Belmonte, de quien escribió un libro que es una joya, hasta a canallas como Joseph Goebbels, a quien le dedicó una página impar en el diario “Ahora” en mayo de 1933 retratándolo tal y como era. El nazi no se lo perdonó nunca. 


En París no lo mataron porque no lo pillaron. Como le habría ocurrido en España, donde contaba con enemigos en los dos bandos, así que apenas vio que el gobierno republicano salía huyendo de Madrid a Valencia a finales de 1936, entendió que él también tenía que marcharse: “Me expatrié –escribió- cuando me convencí de que nada que no fuese ayudar a la guerra misma podía hacerse ya por España. Fue entonces cuando se instaló en Francia con su mujer y sus tres primeros hijos. Allí continuó su frenética actividad profesional hasta que los nazis tomaron París y se vio obligado a huir solo a Inglaterra en 1940 mientras su familia regresaba a España. En Londres no paró quieto. Sus artículos se publicaron en periódicos y revistas de todo el mundo, lo que significa que su trabajo podía encontrarse con facilidad en hemerotecas de Australia, Brasil, México, Italia, Estados Unidos, o Colombia ¿Cómo era posible que mis profesores no nos hubieran hablado nunca de él?


A medida que leo y repaso los cinco volúmenes que reúnen su obra, recopilados por la profesora Cintas y editados no hace demasiado tiempo por la Diputación de Sevilla, entiendo menos aún el silencio de tantas décadas. Mi compañero y amigo Luis Felipe Torrente, junto a Daniel Suberviola, elaboraron un documental sobre su figura (“El hombre que estaba allí”) que recomiendo vivamente, pero son pocos aún los estudios que existen sobre una persona cuyo trabajo merece ser difundido y leído bastante más de lo que hasta ahora ha sido.


He querido hacer esta reflexión sobre Chaves Nogales por estos días en que se cumple el 80 aniversario de su muerte y, como decía al principio, me pregunto de qué manera estaría contando él este momento político y periodístico que vivimos ahora mismo en España ¿Dónde están los Chaves Nogales de ahora? Seguro que existen, pero… ¿podrían desarrollar el oficio como lo hizo él en su día? ¿conseguirían que alguien pusiera dinero para poder elaborar ese tipo de reportajes? Diré más ¿podría vivir del periodismo Chaves Nogales si se encontrara hoy entre nosotros? ¿dónde escribiría? Lo que más gracia me hace es que muchos de quienes ahora hablan bien de él, muchos de los que presumen de conocer su obra, están ejerciendo hoy en nuestros medios el oficio periodístico de una manera infame que Chaves no dudaría en condenar. 


Fue enterrado en una tumba sin nombre en el cementerio londinense de North Sheen y allí sigue. Menos ignorado de lo que estuvo durante décadas, eso sí, merced al aún reciente rescate de su nombre y de su trabajo. Espero que las facultades de periodismo estén ya ocupándose por fin tanto de su figura como de su obra. Sería bueno para el periodismo, para la literatura, para la memoria y para la salud de nuestra democracia.


J.T. 


lunes, 1 de abril de 2024

RTVE, el despropósito inacabable


Elena Sánchez y Concepción Cascajosa



Tres largos años han tenido que pasar para que Pedro Sánchez asuma que García Egea y Pablo Casado le robaron la cartera cuando, a cambio de que el PP mantuviera la mayor parte del poder en rtve, aceptaron votar al candidato que los socialistas propusieron para la presidencia y se comprometieron a su vez a renovar sin demora el Consejo General del Poder Judicial, que ya por entonces llevaba más de dos años caducado. Menudos cachondos en el PP y menudo pardillo Sánchez. O vaya usted a saber, porque lo de pardillo no le pega nada a un profesional de la supervivencia como el presidente del Gobierno ha demostrado ser con creces.


Sea como fuere, el caso es que, a estas alturas, el gobierno de los jueces continúa sin renovarse y Televisión Española no deja de acumular despropósitos, deuda y desprestigio sin que nadie tenga narices de pegar un puñetazo encima de la mesa y decir hasta aquí hemos llegado. Y lo más gracioso: el PP se permite proclamar a partir de entonces, sin que nunca se le haya caído la cara de vergüenza -ni al anterior equipo, ni a Feijóo y Gamarra tampoco desde que tomaron el relevo-, que los telediarios son… ¡gubernamentales! Hace falta tener cuajo.


Desde aquel pacto-timo que sumió a rtve en una deriva demencial, la Corporación no levanta cabeza ni económica, ni institucional ni profesionalmente. De audiencias, mejor ni hablamos: este mes de marzo ha sido la cuarta en el ranking, por detrás de Antena tres, las temáticas y Telecinco. Hay quien piensa que la ópera bufa vivida la semana pasada en el Consejo de Administración (recordemos que este fue elegido por dos tercios del Congreso de los Diputados) y que desembocó en la designación de Concepción Cascajosa como presidenta por seis meses, puede significar el final de la pesadilla. Para quien así lo crea, tengo una mala noticia: esto no ha hecho más que empezar. 


¿Por qué no ha hecho más que empezar? Veamos: si más arriba escribía que habían tenido que pasar tres largos años para que Pedro Sánchez asumiera el fiasco de rtve, lo he hecho porque ahora da la impresión de que en Moncloa quieren buscarle remedio al desaguisado. A buenas horas, pero el caso es que tanto él como Óscar Lopez, su jefe de Gabinete, parece que han querido mover ficha y lo primero que se les ocurrió fue intentar contratar a David Broncano para competir con “El Hormiguero”, programa con mucha audiencia en Antena Tres que cada día es más beligerante con el Gobierno de coalición. 


José Pablo López, el director de Contenidos de tve, se pone a la tarea y la negociación llega a buen puerto con la aparente aquiescencia de Elena Sánchez. Digo aparente porque cuando el acuerdo con “La Resistencia” se pone sobre la mesa del Consejo de Administración para obtener la luz verde de sus nueve consejeros el pasado 11 de marzo, cuatro votan a favor, otros cuatro en contra y la presidenta, que tenía es sus manos la llave en ese momento, decide por sorpresa tensar la cuerda y se abstiene. Se ampara en razones económicas que hasta ese momento no había expuesto y posterga el asunto para tratarlo de nuevo dos semanas más tarde. 


¿Fueron económicas las verdaderas razones de la inesperada abstención de Elena Sánchez? Solo ella lo sabe: hay quien lo atribuye a celos de la presidenta de rtve porque Moncloa la puenteaba con el jefe de Contenidos, también quien se malicia que José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, jefe del canal donde aún trabaja Broncano, ha tenido algo que ver porque no quiere que Movistar se quede sin “La Resistencia” y ha podido influir … El caso es que la aprobación del programa pensado para ser la joya de la corona de la nueva temporada en rtve queda en el aire mientras en Moncloa van digiriendo “traición” de Elena Sánchez. Dejo a la imaginación del lector la cantidad y calidad de la presión que debió existir en todas direcciones a partir de ese momento, los telefonazos, guasaps, correos, conversaciones privadas y comidas de trabajo que debieron tener lugar durante el período comprendido entre el 11 de marzo y la fecha de la siguiente reunión. 


Así las cosas llega el gran día, martes 26, con el contrato de “La Resistencia” retocado para ser sometido de nuevo a votación, y es entonces cuando se produce el ya histórico giro de guion: nada más abrir la sesión, la presidenta cambia el orden del día y propone echar a José Pablo López, artífice de la negociación con la compañía productora del programa de Broncano. Dicho y hecho: el director de Contenidos es despedido (5-4) minutos más tarde con los tres votos del PP sumados al de la propia presidenta y al desconcertante sí de Martín Medem, consejero gracias al apoyo en su día de Unidas Podemos, que ahora se mueve en la órbita de Sumar (procede del PCE) y lleva ya meses haciendo piña con Elena Sánchez vaya usted a saber a cambio de qué.


De inmediato, como si de un episodio de Succession se tratara, los cuatro consejeros que estaban en desacuerdo con echar al director de Contenidos (uno por Unidas Podemos, dos por el PSOE y un cuarto por el PNV) deciden someter a votación la destitución de la propia presidenta. Los tres representantes del PP se suman a la propuesta de mil amores y Elena Sánchez muere pocos minutos después de haber matado a José Pablo López. El terremoto es de tal magnitud que durante esa jornada resulta imposible llegar a ningún acuerdo más, así que todo se posterga para el día siguiente, miércoles 27.


Espero que esta especie de triste culebrón turco les esté resultando interesante porque todavía queda otro capítulo: el momento de elegir la nueva persona responsable de la Corporación. No quedaba entre los socialistas otra candidata posible que la profesora Concepción Cascajosa, pero esta necesitaba una mayoría de cinco votos, ¿cómo hacerlo posible y evitar una presidencia rotatoria? Porque una presidencia por turnos hubiera propiciado algo inédito: que tres miembros del PP acabaran presidiendo la Corporación, cuando les tocara, con un gobierno progresista en el poder. Parecía claro que el voto de Martín Medem, el consejero ahora adscrito a Sumar, iba a ser nuevamente decisivo. 


Vuelvo a dejar al arbitrio del lector imaginarse cómo debió ser la noche del 26 al 27 en cuanto a llamadas, mensajes y presiones de todo tipo. Los votos contra la candidata socialista de los tres miembros del PP y de la ex presidenta (que continúa siendo consejera) convertían en bisagra la decisión del miembro del PCE. Qué llamadas y mensajes debió recibir este y a qué presiones fue sometido solo él lo sabe. El caso es que, en el momento culminante, cuando muchos se temían lo peor, el voto de Medem fue afirmativo (no sin antes cobrarse la cabeza del secretario del Consejo) y eso propició que Concepción Cascajosa pudiera convertirse en presidenta de rtve. “Salvados”, es un decir, por la campana, pero solo de momento.


Esto no ha hecho más que empezar, afirmaba antes, y así es: el próximo Consejo de Administración está previsto para este jueves 4 de abril. Con todo lo que les he contado sobre cómo se encuentra la correlación de fuerzas en el Consejo de Administración, hagan ustedes sus números y verán lo envenenada que va a estar a partir de ahora cualquier votación. La inestabilidad parece asegurada porque la nueva presidenta necesitará siempre los votos de Elena Sánchez y Martín Medem para sacar cualquier proyecto adelante. 


Tanto Concepción Cascajosa como el Gobierno de coalición cuentan con seis meses para conseguir que rtve sea mínimamente viable y para devolverle a la Corporación el carácter de servicio público que nunca debió perder. Como nos cuesta mucho dinero (más de mil doscientos millones de euros al año) y somos la ciudadanía quienes los pagamos, tenemos derecho a conocer sus entresijos, denunciar sus tejemanejes y exigir que se dejen de conspiraciones y se pongan a trabajar en serio de una vez. O eso, o hacer algo que rtve parece venir pidiendo a gritos desde tiempo inmemorial: tabula rasa y empezar de cero.


Albergo serias dudas de que sea precisamente esa la idea que Pedro Sánchez y Óscar López tienen en la cabeza, pero si por lo menos se han dado cuenta que llevan demasiado tiempo haciendo el canelo frente al PP, como ocurre en el caso del CGPJ, igual se toman en serio propiciar que rtve deje de ir cuesta abajo y sin frenos y ponen los medios para frenar la debacle. Es muy sencillo: basta con apostar en serio por la pluralidad, con reflejar en su programación la España diversa que somos y, por supuesto, con dejar trabajar sin presiones a los miles de buenos profesionales que existen en la televisión pública. Lo de “La Resistencia” de David Broncano, por mucho que en esta ocasión haya sido la excusa, la gota que ha colmado un vaso que andaba ya demasiado rebosante, no deja de ser una mera anécdota.


J.T. 



lunes, 25 de marzo de 2024

Cuando el poder amenaza a la prensa…

Cuando el poder amenaza a la prensa es muy difícil que eso caiga en saco roto. Hay quien sostiene que tal comportamiento forma parte de las reglas del juego, pero me niego a asumir que haya que normalizar que te llamen pegándote gritos desde la oficina de prensa de un ministro o escribiéndote guasaps desde la jefatura de un gabinete de presidenta de comunidad “anunciándote” que te van a triturar porque no les gusta lo que difundes. Ejercer el poder significa contar con dinero y con capacidad de distribuirlo. Y la prensa, cuya función principal es controlar a ese poder, da la casualidad que depende en parte de él para sobrevivir. Gran ruina, porque así no hay manera de trabajar en condiciones. 


Cuando alguien del poder señala, amenaza o presiona directamente a periodistas con nombre y apellidos sabe que en la mayoría de los casos tiene ganada la partida de antemano. El conflicto pasa, pero el miedo queda, y es en ese terreno donde saben moverse muy bien personajes como Miguel Ángel Rodríguez. Para plantarles cara, más que periodistas pareciera que hay que ser héroes porque si te enfrentas, si denuncias, si no te pliegas, acto seguido van a usar contra ti todos los instrumentos con los que cuentan las organizaciones mafiosas, que en este caso son muchos. Tu propio empleador, sin ir más lejos, empezará a temer por la pérdida de cuota en la publicidad institucional. Eso si se trata de un medio privado, y si es en un medio público, el jefe de turno empezará a temer por su sillón. Mala cosa.


En definitiva, que la cadena suele acabar rompiéndose en la mayoría de los casos por el eslabón más débil, y el periodista que osó no plegarse o que con sus informaciones incomodó a quien no debía, acaba por lo general quedándose solo, colgado de la brocha y sin escalera. No creo que consigan callar nunca a profesionales como Silvia Intxaurrondo, Manuel Rico, Esther Palomera o Ana Pardo de Vera, profesionales vituperados o presionados por una única razón, hacer bien su trabajo, pero me temo que no van a dejar de intentarlo. Espero además que los reporteros de elDiario.es y El País señalados por hacer preguntas para obtener información, pura esencia del oficio al que nos dedicamos, no tengan que sufrir ninguna consecuencia por ello. Teóricos compañeros suyos que trabajan en medios cuya deontología profesional es más que discutible, los pusieron a los pies de los caballos basándose solo en un mensaje recibido por guasap cuyo contenido no se molestaron en verificar, para qué.


Este es uno de los principales problemas de la profesión periodística en el momento que vivimos: que muchos medios se pasan la deontología profesional por el forro y funcionan en clave mercenaria como altavoces de los sectores políticos más reaccionarios y desestabilizadores. Lo tienen difícil las Asociaciones profesionales para poner sosiego y algo de orden en todo esto. Y eso aquellas que lo intentan, porque el tono de los más recientes comunicados hechos públicos por la FAPE no es precisamente beligerante ni contundente con quienes transgreden a diario las más elementales reglas de la profesión periodística: ir a los sitios, contar lo que ves y oyes, documentarte, contrastar, verificar con varias fuentes y sobre todo… no mentir. No basta con denunciar a quienes presionan; hay que dejar en evidencia también a quienes aceptan de mil amores que les digan lo que tienen que contar; también hay que desenmascarar a tanto activista de ultraderecha como anda por ahí disfrazado de redactor, cuyo principal objetivo es tratar de envenenar el ambiente lo más posible. 


Hace no demasiado tiempo, había cosas que de ninguna manera se publicaban si antes no estaban suficientemente verificadas. Ahora en cambio hay cosas que se publican en según qué medios sí o sí: no solo aunque sean mentira, sino precisamente porque son mentira. La consigna es mentir, así que hay muchos redactores de esas publicaciones que, si no mienten, saben que se quedan sin trabajo. El patio está muy podrido y al que quiere tirar de la manta se le fulmina. 


Siempre ha sido complicado desde el periodismo molestar al poder; muchos de los que en su día nos atrevimos a hacerlo sabíamos que eso tenía un precio y a fe que lo pagamos. Es un mal sistémico del que no resulta fácil librarse porque, cuando deciden poner a alguien en la diana, al final consiguen hacerle la vida imposible: ¡ay de ti como se te haya ocurrido alguna vez aceptar pagar en negro la factura del fontanero o del taller mecánico! En resumen, que acabas tentándote la ropa antes de abordar una información sobre la corrupción de un personaje público porque, por mucho que tengas al día tu relación con Hacienda y el pago de todas tus deudas, el hecho de que te lo pares a pensar aunque solo sea un momento antes de ponerte a la faena, significa que los corruptos ya están consiguiendo su objetivo. Y te lo piensas, se lo puedo asegurar, amable y desocupado lector, claro que te lo piensas. 


Como periodista en activo, contaba el otro día un antiguo compañero, leer la prensa cada mañana era para mí una motivación, un reto; ahora es un vía crucis. Pues para la ciudadanía, querido amigo, en buena parte de los casos es además una vergonzosa estafa.


J.T.


lunes, 18 de marzo de 2024

El despelleje sin fin




No sé ustedes, pero la semana pasada servidor quedó exhausto ¡Qué pereza todo! La dividida y crispada conmemoración del vigésimo aniversario del 11M, los amargos recuerdos del cuarto año del confinamiento por la pandemia, la votación para aprobar una amnistía que parece no llegar nunca, el extraño adelanto de las elecciones en Catalunya, Ayuso y sus amoralidades hasta en el sopa… Y para rematar, algo que ya no hay cuerpo que lo aguante: esos plenos en el Congreso de los Diputados bautizados con acierto por alguien como “campeonato de España de lanzamiento de estiércol”. El despelleje sin fin.


Que veinte años después del 11M queden aún tantas heridas abiertas, y Aznar y sus adláteres se dediquen a echar más leña al fuego en ellas, es algo que me cuesta mucho trabajo entender. Como tampoco comprendo la falta de escrúpulos para enriquecerse con algo tan de primera necesidad como las mascarillas, en momentos tan espantosos como los que vivimos durante la pandemia… O que, a estas alturas, hasta Pedro Sánchez acabe cayendo en la tentación del “y tú más” y responda a las provocaciones del actual líder del PP sacando a pasear las célebres fotos del gallego con el narco. 


No entiendo que el presidente del Gobierno baje así al barro. Cuando el pasado miércoles lo vi y escuché expresarse en la línea que suelen hacerlo Feijóo, Ayuso, Tellado o Gamarra, contestar a los exabruptos del jefe de la oposición en el mismo tono que usa él en lugar de rebatirle con argumentos no sé a ustedes, pero a mí se me encendieron las alarmas ¿Acaso la corrupción del PP puede tapar o limpiar la del PSOE? ¿Simple contagio o estarán haciendo mella en el presidente las miserias y el juego sucio diario de los populares y sus palmeros? 


¿Qué cuota de poder gestiona en realidad el Gobierno de coalición? Si se le sigue el juego a la derecha, si a sus aires de suficiencia, a la soltura con la que se desenvuelven en Vox y en el PP, si a ese descaro y esa amoralidad no se les responde cortándoles en seco sino que por el contrario se les sigue el juego, el gobierno tiene las de perder. A las derechas les da igual no estar gobernando. Se saben respaldadas y cuentan con el apoyo de jueces, periodistas y otros poderes que, a pesar de no haber sido elegidos  por nadie, intentan hacernos bailar a todos al son que ellos deciden ¿De verdad, para que a ellos les vaya bien algún día, hace falta que al país le vaya mal ahora?


Desde que empezaron a descubrirse las corruptelas más recientes de su entorno, la ópera bufa montada estos últimos días por esa persona que todavía preside la Comunidad de Madrid y por toda su cohorte deja bien a la vista el momento tan grosero que estamos viviendo. Es verdad que mantener los modales fue, como nos ha recordado estos días Nieves Concostrina, lo que permitió a Hitler crecer en la maldad; hay que poner pie en pared, es cierto, pero sin dejar de tener en cuenta que la solución no puede ser entrar en su juego, como tampoco apostar por el sectarismo o las adhesiones incondicionales. Cada día que pasa parece estar más claro que haber hecho la transición cogiéndosela con papel de fumar para que el fascismo no se enfadara entonces no fue un buen negocio a largo plazo.  


No quiero ni imaginarme la que le habrían liado a Pablo Iglesias si al primo de un vecino de un cuñado suyo lo hubieran pillado en un renuncio parecido al de Koldo o al del consorte ayusero. O cómo habrían acabado Vicky Rosell, Echenique o Monedero si les hubieran encontrado affaires similares. No habría habido suficiente tinta para la dimensión de los titulares en las primeras páginas de los periódicos. Ni sitio en las escaletas de los informativos para ninguna otra información más. Me imagino el machaque, el bombardeo mañana y tarde durante semanas, meses... ¡Cuánto les molestaba y les molesta Podemos!, por eso continúan siendo tan necesarios.  


Como de momento no les dejan tener demasiada visibilidad, o al menos eso piensan según qué formaciones políticas, ahora parece que han decidido dedicar el tiempo a despellejarse entre ellas: ERC con Junts, Els Comuns con el PSC, el PNV con EH Bildu, Vox con el PP y, por supuesto el PP con el PSOE ¿Sumar? Pues hay quien está empezando a pensar que ni está ni se le espera. No me gusta nada esta jungla. Con tres convocatorias electorales por delante y el plan en el que andamos, la verdad es que dan ganas de bajarse del autobús y echarse a dormir un rato. Pero habrá que resistir. Al bipartidismo, y a sus apoyos tradicionales, no se les puede dar el gustazo de tirar en estos momentos ni una sola toalla.


J.T.

lunes, 11 de marzo de 2024

Necesitamos una derecha más presentable



Ahora han estado por Europa pidiendo amparo a sus primos de Zumosol. Como pollo sin cabeza, Feijóo no sabe ya a quién recurrir para cumplir el encargo que le hicieron quienes le colocaron donde de momento todavía está: acabar cuanto antes con el Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. Y nada, que no encuentra la manera, el pobre. Acusa al Ejecutivo de humillarse y quien se humilla es él reconociendo su impotencia ante sus correligionarios europeos en Bucarest. Consiguió algo de respaldo, sí, pero mucho menos del que hubiera deseado, aunque igual le reconfortaron los exabruptos de Manfred Weber contra los socialistas españoles.


No consigue tampoco sacudirse el aliento en el cogote de la presidenta madrileña, tan desahogada como siempre ella, pidiéndole a Von der Leyen que deje de coquetear con Sánchez. Que no compadree, llegó a decir textualmente en la reunión con sus colegas europeos de partido. Me gustaría saber el término que emplearon en la traducción simultánea para transmitir el punto cheli del verbo compadrear con todo su significado. En realidad fue una falta de respeto pero claro, que la presidenta de la Comunidad de Madrid se comporte así hace tiempo que dejó de ser noticia.


Se estrellan una y otra vez porque no saben o no quieren apostar por desempeñar una oposición responsable, como sería de esperar por parte de un partido de Estado. Más de tres meses ya liderando la oposición y aún andamos esperando que nos sorprendan con una mínima propuesta constructiva pero no, prefieren ladrar. O llorar por no estar gobernando, aunque ya parecen haberse olvidado de repetir una y otra vez que han ganado las elecciones. O que no gobiernan porque no quieren. 


Los gritos y los insultos en el Congreso y el Senado van a acabar impidiendo que las sesiones parlamentarias puedan ser retransmitidas en horario infantil. Algunas de las cosas que el Partido Popular firma en su cuenta de X, antes twitter, son más propias de un influencer friki que de un partido con vocación de gobernar. “Mensaje para los corruptos de PSOE: -escribían el otro día en la red- es la una de la madrugada. Dice Yolanda Díaz que es hora de salir de las marisquerías. Ya pueden dirigirse ordenadamente a sus prostíbulos de confianza. Quién sabe: igual llegan a consejeros de Renfe” ¡Ea!


Se tiran en plancha al caso Koldo al tiempo que continúan aferrándose a cualquier clavo ardiendo con tal de no renovar el órgano de gobierno de los jueces. Y se resisten a renovarlo porque son decenas los expedientes por corrupción aún abiertos que les afectan de lleno. Gobiernan en Ceuta, Melilla y once comunidades autónomas, en más de tres mil municipios, pero no saben cómo rematar la faena para llegar a la Moncloa. Hipotecados como andan con la ultraderecha y sus desmanes, parecen haber renunciado a tener personalidad propia. Y no solo no avanzan, sino que hacen el ridículo una y otra vez. 


Por eso no les vale pedir auxilio en las instituciones europeas, donde hay muchos de sus propios correligionarios que los ven desleales con su país cuando actúan así. Y  los ven desleales porque lo son. Porque el país va por un lado y ellos se empeñan en querer llevarlo por otro. No acaban de asumir la diversidad ni el carácter plural de los territorios, y por eso las derechas nacionalistas que otrora pactaron encantadas con ellos llevan años dándoles la espalda.


El PP tiene que sacudirse a Vox si quiere volver a ser respetado. Los ultras están cada vez más desactivados, por mucho que llenen un teatro en el madrileño barrio de Salamanca y se dediquen a cantar himnos saludando brazo en alto. La personalidad de un partido de derechas con vocación de gobierno no puede ser escorarse hacia un espacio cuya bandera es la intolerancia, el machismo, el racismo o la prohibición de libros y obras de teatro. Por ahí desde luego no es, señor Feijóo.


Pero ellos siguen a lo suyo: alentando cansinas performances de agricultores fachas que contaminan y desdibujan las legítimas reivindicaciones de los auténticos trabajadores del campo; llevando el derecho al aborto al Constitucional mientras países como Francia lo llevan a la Constitución; torpedeando la educación pública; llenando de ideología retrógrada los centros de enseñanza concertados; subvencionando perros fieles en diarios, radios y teles que intoxican y mienten sin parar, tal como vienen haciendo desde los atentados del 11M, hace hoy veinte años. Al tiempo que promueven campañas de descrédito contra periodistas decentes como Silvia Intxaurrondo o Manuel Rico.


Cada vez andan más desesperados. Va a ser verdad que no saben ya cómo demonios hacer. Solo les falta rematar tanto ridículo sumándose a la moda de esos curas fachas que andan por ahí rezando para que el Papa se muera. Pues que hagan como ellos y se dediquen a rezar por lo que les parezca. Pero que nos dejen en paz.


J.T.









lunes, 4 de marzo de 2024

El bipartidismo vuelve por sus (peores) fueros



Nada nuevo bajo el sol. Todo suena a viejo, a visto y oído desde tiempo atrás. Hay quien afirma que los rifirrafes de estos días entre y PP y PSOE acusándose mutuamente de corrupción nos retrotraen hasta 2011. Yo creo que no solo hasta 2011: podría resonar también a 2001, o a 1991, Filesa, Roldán, “ni de Flick ni de Flock”, “dos por el precio de uno”, ¿recuerdan? El divorcio Ábalos-Sánchez mantiene similitudes con el de Felipe-Guerra y, como ocurrió en aquel caso, también tendrá consecuencias. Para las expectativas de su partido y para el futuro político de sus protagonistas, pero no para el renacido bipartidismo. 


Que el PP sea un partido corrupto es algo que no sorprende a nadie, todo el mundo parece aceptar que se trata de algo que forma parte de su ADN, a sus electores ni les preocupa. Cuando eso sucede en el entorno socialista siempre resulta más traumático, pero a pesar de todo sucede igual. Viene ocurriendo así desde que el bipartidismo se instaló en nuestras vidas. Tras el 15-M parecía que esto se acababa, y cuando en el parlamento aparecieron fuerzas políticas nuevas daba la impresión de que el “y tú más” que PP y PSOE usaban para echarse en cara sus corruptelas, esa puesta en escena iba a desaparecer de la vida parlamentaria.


Quisimos creer que ser corruptos iba a resultarles mucho más complicado, pero no. Tras haber conseguido, gracias al lawfare y a la persecución sistemática, reducir a la mínima expresión (de momento) al único partido que se negó a depender de los bancos, que rechazaba las puertas giratorias y nunca tuvo ningún caso de corrupción similar a los de socialistas y populares estos dos partidos, que andan por la vida convencidos de ser los únicos dueños del chiringuito, han vuelto a las andadas. El turnismo regresa y así, el partido que perdió el gobierno en 2018 tras ser condenado por corrupción y perder una moción de censura anda salivando estos días con ese regalo del destino llamado caso Koldo, caso Ábalos, caso “Soluciones de Gestión” o como se le quiera llamar.


Un entramado de órdago a propósito de comisiones por compraventa de mascarillas en tiempos de pandemia que huele más que a podrido y en el que hace falta ser un verdadero especialista para no perderse en el organigrama con tanto nombre y tanto apellido con familiares de por medio además: que si el hermano y la mujer del tal Koldo García Izaguirre, que si Juan Carlos Cueto, que si Víctor Aldama, José Ángel Escorial o José Luis Rodríguez guardia civiles por aquí, presidentes de fútbol por allá, hasta un Ferrari embargado. Que nunca falte el tufo hortera en estos sucios tejemanejes.


El bipartidismo ha vuelto por sus fueros con sus inercias y vicios de siempre. Sin duda los escándalos de estos días repercutirán en un gobierno que, cumplidos ya sus primeros cien días, apenas ha conseguido echar a andar. Como jefe de la oposición, a Núñez Feijóo no se le ha escuchado aún ni una sola propuesta constructiva. Si tiene ideas o iniciativas que exponer las desconocemos, pero él y los suyos sí que cuentan con un amenazante proyecto: un plan de actuación que gira en torno a la monarquía y a la centralización del Estado, un diseño que aspira a alinearse con los vientos derechistas y ultraderechistas que soplan en Europa y en Estados Unidos, ya que Vox parece más desactivado cada día que pasa por mucho que Trump bese y abrace a Santiago Abascal. 


Al margen de quien presida el gobierno (no hay que olvidar que aunque lo de la amnistía no salga adelante Sánchez puede continuar gobernando en minoría y sin presupuestos generales) PP y PSOE trabajan para regresar a la casilla de salida y alternarse de nuevo en el poder sin moscas cojoneras a las que aguantar. Como mucho volver a noviar con ciertos partidos nacionalistas, que alguno ya demostró también en su día (recordemos el célebre 3 por ciento) sobrada pericia para la corrupción.


Ese es el dibujo, caiga pronto Pedro Sánchez o no. Nada de borrar de las instituciones del Estado cualquier vestigio reaccionario o golpista, que tampoco les ha ido tan mal manteniéndolos en sus puestos desde el 78; nada de cuestionar la institución monárquica, aunque quien la haya encabezado durante décadas hiciera siempre lo que le salía de sus reales antojos con toda la inmunidad y la mayor impunidad.


En resumen, que da igual que lo que está ocurriendo estos días con Koldo, Ábalos y compañía sea el final de este descafeinado Gobierno de coalición o el prólogo de una larga legislatura: tanto en un caso como en otro, el bipartidismo ha vuelto por sus fueros. Por sus peores fueros.


J.T.