lunes, 21 de junio de 2010

Cómo informar de la agresión a la talla del "gran poder"



Los periodistas sabemos que debemos informar sin adjetivos, sin juicios de valor y sin hacernos eco de los lenguajes técnicos o de las jergas que utilizan los diferentes protagonistas de aquellas informaciones sobre las que estamos trabajando.

Debemos informar sin adjetivos y sin lenguajes digamos técnicos por dos razones fundamentales: primero porque los lenguajes técnicos dificultan la comprensión de aquello que contamos y en segundo lugar porque es básico distanciarse de lo que se cuenta.
Somos testigos que vemos, oimos y relatamos. Y estemos o no de acuerdo con aquello que referimos, no se nos debe notar ninguna adscripción política, religiosa ni de ningún otro tipo .

Qué difícil parece que resulta esto cuando se hace información sobre acontecimientos religiosos. Ni una sola cadena de televisión, ni una, se libra cuando informa sobre la semana santa o el rocío, por ejemplo, de adoptar términos más propios de la jerga interna de las cofradías que de una información aséptica y distanciada.

Hablar de "la santísima virgen", de "los hermanos costaleros", la "estación de penitencia" o la devoción al señor" es moneda absolutamente corriente en la mayor parte de las intervenciones que perpetran en directo muchos presuntos comunicadores -y comunicadoras- cuando hablan de estos asuntos. Vamos, que se meten a tope en el papel.

Este lunes hemos tenido una ración extra de este tipo de mimetismos tras el destrozo causado en Sevilla por un perturbado -¿o no?- a la emblemática talla de Juan de Mesa, siglo XVII, que representa a Jesús del "gran poder" y a la que los católicos rinden culto en una basílica situada en la plaza de San Lorenzo.

Reproduzco algunas de las frases oídas o leídas esta misma jornada para contar el asunto, que ya tiene mandanga las páginas y los minutos que le hemos dedicado en los medios a lo que en buena ley no debería pasar de la categoría de anécodta:

"salvaje agresión al señor de Sevilla"
"el dolor y el sufrimiento de los hermanos de la cofradía"
"consternación, devoción y oraciones tras el violento ataque en la basílica"

Es un hecho que en este país vivimos en un estado laico. Un hecho constitucional. Una obviedad de derecho pero, a la vista de lo agachado que tenemos el lomo, parece que no de hecho.


J.T.

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