viernes, 25 de junio de 2010

Sobre los prejubilados de tve que andan por ahí cabreados con el mundo


Figuran en la nómina de mis amigos muchos prejubilados de televisión española: productores, realizadores, cámaras, ayudantes de sonido y también periodistas, claro, con quienes compartí, disfruté y hasta despilfarré encantado una buena parte de mi vida. Compañeros y amigos que ahora me hacen el honor de compartir conmigo algunos retazos de mi feliz tiempo libre.

Los envidio con cariño aunque, cuando nos tomamos tres copas juntos, hay veces que les puedo decir auténticas barbaridades.

- Cabrones, la suerte que habéis tenido. ¿Quién me mandaría a mí irme de tve?

Por si quien me lee no lo sabe, estos amigos de los que hablo fueron prejubilados por lo militar hace cuatro años: les hicieron una oferta "que no podían rechazar", aunque conozco alguno que se resisitió y continúa en la brecha.

Pero son excepciones, porque las condiciones ofrecidas a los que tenían de cincuenta y dos años cumplidos en adelante eran mantenerles hasta los 65 el 92 por ciento de todo lo que estuvieran cobrando en el momento en que se les propuso marcharse.

Es decir: que si estaban cobrando pluses por ser jefe, o corresponsal, o por disponibilidad, el cálculo para cobrar la mensualidad si aceptaban irse se haría sobre ese total, no sobre el sueldo base. Esto, traducido significa que tengo amigos que están disfrutando de 24 horas libres 365 días al año cobrando hasta cuatro y cinco mil euros al mes... indefinidamente y sin pegar golpe

¿Dónde estaba el truco? Pues en que en la letra pequeña del pacto se decía que, aunque se permitía trabajar haciendo bolos por ejemplo, y esos días de trabajo bastaba con suspender el cobro de la prejubilación, había una excepción: no buscarían trabajo en medios de comunicación que fueran competencia directa de tve.

Ha pasado el tiempo y muchos de los prejubilados de tve, sobre todo periodistas, o no conocían o han olvidado ya aquella letra pequeña, pero el caso es por ahí andan de tele en tele tertulianeando y llevándoselo crudo para satisfacción de sus bolsillos y sus familias.

Así que lo que ha acabado pasando tenía que pasar: Quienes les están pagando su idílica prejubilación (que aunque suene demagógico, somos todos nosotros) les han sacado tarjeta amarilla.

Y mira por dónde hay quien se ha dado por ofendido, tipo Andrés Aberasturi, y han llevado el asunto a los tribunales...

La verdad es que me faltan datos jurídicos para adivinar cómo acabará el asunto, pero mi sentido común me dice, como creo que a la mayoría, que Aberasturi y compañía se han pasado unas cuantas decenas de pueblos.

Que mis amigos prejubilados de tve vivan de puta madre me puede producir envidia, sí, -más o menos sana según el ánimo- pero lo de estos que acuden a la justicia (entre ellos, que yo sepa, no tengo ningún amigo) para poder sumar a lo que trincan sin currar de por vida sustanciosos suplementos por aparecer en las televisiones que compiten con su antigua casa, lo que me produce directamente es vergüenza.

O tetas o sopas, compañeros

Tienen una cara que se la pisan

J.T.

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