domingo, 4 de julio de 2010

28 F en Andalucía. Reflexiones colaterales

(Primera publicación: 27 de febrero de 2010)

Ahora que se cumplen los 30 años del referendum andaluz y los 21 del nacimiento de Canal Sur no puedo menos que pararme a reflexionar, sin ánimo de darle la razón a catastrofistas ni apocalípticos, a propósito de cómo se sobredimensionan algunas cosas.

Desconozco las cifras exactas a las que ha llegado la inflación de currantes públicos en consejerías andaluzas, delegaciones de consejerías, direcciones y subdirecciones generales, secretarías técnicas, asesorías, gabinetes y demás ralea.

Sólo sé una cosa: cuando recién nacido Canal Sur mandaba yo un equipo de informativos a, por ejemplo, cubrir una rueda de prensa de Manaute, se podían contar con los dedos de una mano los micrófonos y bolígrafos con cuaderno que acudían a la convocatoria del entonces consejero de agricultura. Cámaras, por supuesto, sólo estaba la nuestra.

Por no contaros cómo era el lugar de la rueda de prensa en cuestión. La de Manaute o cualquier otra. Sentados raramente, porque en muchos casos o no había sillas o no había sitio para las sillas.

Y es que por no existtir, no existían ni los gabinetes de prensa como tales. Bueno. Haber había, pero escaseaban. Y como mucho una persona.

Veintiún años después no hay departamento en la Junta andaluza que no tenga jefe, subjefe de gabinete, asesor, responsable de protocolo, jefe de prensa, segundos, terceros y cuartos de a bordo, becarios, subbecarios y meritorios varios.

Acceder a un consejero andaluz es en algunos casos (depende, claro está, de los talantes) una verdadera carrera de obstáculos.

En el año 1989 me cupo el honor de acompañar a Borbolla a una reunión de la Europa de la regiones que se celebraba en Lyon. La comitiva la formábamos mi compañero el reportero gráfico de Canal Sur, el propio presidente de la Junta y yo. En el vuelo de vuelta de un viaje a Marruecos con Griñán en septiembre del año pasado la comitiva del presidente, en la que también estaba yo, completamos los 50 asientos del avión que nos devolvió a casa. Periodistas éramos unos veinte.

J.T.
27 de febrero 2010

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