miércoles, 31 de octubre de 2012

Leer periódicos con el mismo amor de siempre

Lunes por la mañana. Abro con mi librera, que es quien me proporciona también los periódicos del día, uno de los ejemplares que acabo de adquirir. Páginas 2 y 3: tema de nevera, intemporal, insustancial, de relleno; página 4: corta y pega de agencias; página 5: refrito; páginas 6-7: reportaje de sociedad con grandes fotos que alivian el texto que la sección ha dejado preparado para el fin de semana; página 8: media de publicidad y la otra media un suceso con redacción escasamente pulida de la nota remitida por la policía o la guardia civil; página 9: política regional, previsiones de la semana y columna de opinión... y así continúo en agonizante peregrinación hasta las páginas de deportes, la única parte del periódico con cierto aroma de mercancía fresca. Ayer hubo fútbol, y tenis, y fórmula uno...

He abierto un periódico local, no importa cuál porque todos presentan los mismos preocupantes síntomas, y le cuento que da igual en qué provincia nos encontremos porque en todos sitios cuecen las mismas habas. En los periódicos nacionales, similar disección no presenta aún evidencias tan alarmantes, le cuento a Esperanza, pero todo llegará.

Y ella me dice que la han visitado unos compañeros de El País y le han dejado unas cartas para entregar a los lectores explicando la versión de los trabajadores de lo que realmente sucede con el periódico.

Parece obvio que el cambio de ciclo en el mundo del periodismo está ya aquí. Acudir al quiosco, en mi caso a la librería, para adquirir la prensa del día, cada vez exige más fuerza de voluntad. Empieza a ser un acto más simbólico que necesario, más testimonial que eficaz.

Le cuento a Esperanza que en la redacción del periódico que acabamos de examinar probablemente la tarde anterior había trabajando como mucho dos redactores y algún que otro becario, cada uno de ellos con media docena de páginas del planillo a su cargo. Que las fotos cada vez importan menos, que la mayor parte de las cosas que se cuentan  están ya viejas cuando llegan al quioso...

Le cuento las reducciones de plantilla, los eres y los ertes que sufren en estos momentos casi todos los medios de comunicación, la reducción de salarios, la sensación de impotencia ante la inminencia de la catástrofe...

Y convenimos, mi querida librera y yo, que el periodismo nunca morirá mientras haya alguien dispuesto a continuar contando historias. Así lo creo, de verdad. Y mientras los gurús de las nuevas tecnologías dan con la tecla comercial para evitar que todo se vaya al carajo, ella me cobra esos periódicos que también ama y yo me voy al bar a desayunar dispuesto a devorármelos todos. Con el mismo amor de siempre. Como si no fueran a morir nunca.

J.T.


sábado, 6 de octubre de 2012

Medios de comunicación. Liquidación por derribo


Desde que Cebrián y Liberty nos cerraron CNN+ y nos mandaron a la mayor parte de quienes formábamos parte de la plantilla a engrosar las filas de la empresa más grande de España (el INEM), la liquidación y derribo de medios de comunicación parece haber entrado en una terrible dinámica de cierres, despidos, eres y reestructuraciones que empobrecen el panorama de la información en España a medida que transcurren los días.

Hasta diciembre no hará dos años que, sin ni siquiera darnos las gracias por los servicios prestados, nos mandaron a tomar viento a quienes formábamos parte de un canal de noticias de 24 horas que permaneció en antena durante 10 años y 11 meses.

Desde entonces la lista de compañeros que nos han acompañado camino de las oficinas del paro no ha hecho más que aumentar. Al principio, cada mes, o cada dos meses, nos desayunábamos con la noticia de algún medio que había decidido "regular" su funcionamiento. Poco a poco, y como si de dolores de parto se trataran, la frecuencia con la que nos desayunábamos con la noticia de que algún medio cerraba, reducía sueldos o echaba a buena parte de la plantilla se iba reduciendo.

Y se ha llegado a estrechar tanto que la semana que ahora termina nos hemos desayunado cada día con una tragedia nueva en el mundo de la comunicación. Y hasta con dos anuncios de eres en el mismo día.  La última ha sido obra de los mismos que acabaron con CNN+. Cebrián y Liberty van a dejar en la calle a la tercera parte de los compañeros que trabajan en el diario "El Pais".

En el mundo de los medios de comunicación andaluces, donde me muevo desde que CNN+ decidiera nombrarme delegado aquí en 1998, y donde permanezco aún tras el cierre de la cadena en diciembre del 2010, prácticamente no queda ni un solo mediol que no se hayan planteado o se esté planteando pegarle un hachazo a su modelo de funcionamiento actual.

Esto repercute directamente en el destino de decenas de compañeros con los que llevo coincidiendo en coberturas informativas durante los últimos 14 años. Caras con nombres y apellidos que tienen detrás una historia personal y una ilusión que ahora le frustran quienes, tras exprimirlos durante años, no tienen reparo alguno en propinarles una contundente patada y despacharlos sin más.

Al ere de El País, que en la edición de Andalucía afectará a un  puñado de buenos amigos, hay que sumarle el de El Mundo, el del grupo Joly (10 periódicos en Andalucía), El Correo de Andalucía, la agencia Efe, las consecuencias de la posible fusión entre La Razón y ABC, la de la Sexta y Antena3, los eres de la Ser y de otras cadenas radiofónicas, la desaparición de la programación en una de las cadenas de Canal Sur, lo que más pronto que tarde está destinado a derivar en una escabechina entre la plantilla,  la posible unificación de personal de Radio Nacional y Televisión Española, con la repercusión en los trabajadores de delegaciones que siempre suele ser más inmisericorde que el que se lleva a cabo en Madrid...

Seguro que me olvido algo, que ampliaré otro día. Pero hoy solo quiero dejar constancia aquí de una dramática situación que por un lado pide ser analizada (también lo haré otro día) y por otro empezar a estudiar cuanto antes soluciones personales para cada profesional que se queda sin  trabajo. Sea como sea no podemos dejar que los grandes beneficiados de lo que está pasando -los planteamientos liberales de la desprejuiciada derecha que nos gobierna-  acaben saliéndose con la suya.

Aunque sea una frase manida conviene repetirla una y otra vez para que nadie baje la guardia: Sin periodistas no hay periodismo; sin periodismo no hay democracia. 

J.T.