viernes, 15 de marzo de 2013

El gobierno del pp penaliza a los mayores de 55 años

Cuando éramos niños en mi casa solo había pan con sobrasada para desayunar. De merienda, como mucho, una onza de chocolate. No teníamos cuarto de baño cuando nací. No sabíamos lo que era el butano ni la lavadora. Comprábamos barras de hielo que troceábamos para que la comida no se echara a perder y la bebida no estuviera caliente. Mi ropa era en un buen porcentaje lo que heredaba de mis primos mayores.

A los diez años gané mis primeras pesetas como recadero en la farmacia del pueblo durante el verano y desde los 14 trabajé regularmente todas las vacaciones de mi vida. Estudié con becas, los veranos de la universidad los pasé en Mallorca, en Menorca, en Amberes... ahorrando para pagarme los estudios y poder mandar también dinero a casa.

Mi primera hipoteca la pagué al 18 por ciento de interés y cuando me separé me quedé sin casa, pasé pensión y tuve que empezar de nuevo. Conseguí un trabajo que me gustaba menos que el que tenía, pero en el que me pagaban más; volví a separarme por segunda vez bastantes años después, de nuevo fuera de casa, otra vez pensión... No pasa nada, ya me desquitaré cuando llegue a los sesenta, pensaba, confiando en los años cotizados, recordando cómo habían sido los últimos años de mi padre, los mejores de su vida, y en la cobertura social de la que aún dispone mi madre a los 85 años.

He llegado a los sesenta y... qué ocurre ahora? Pues que el gobierno de mi país ha decidido que los de mi edad somos sospechosos de ser vagos, de querer aprovecharnos del sistema, de no querer dar un palo al agua y ha decidido restringirnos derechos y posibilidades hasta ahora vigentes. Derechos cuya desaparición nos mantiene como tristes trapecistas de la vida, en la cuerda floja Y practicando peligrosísimos equilibrios.

Desde pequeños, siempre en el filo de la navaja y sin verle el final al cuento. Mis hijas y mis amigos saben que no solo no me importa trabajar todo lo que sea necesario sino que suelo disfrutar con ello. Pero reclamo mi derecho, porque hasta este viernes ha sido un derecho, a empezar a levantar pedal y a no ser tratado por ello como sospechoso, que es lo que ha hecho el gobierno del PP con el decreto aprobado este viernes en el consejo de ministros. Un decreto al que han tenido la cara dura de ponerle como título "Medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo". Encima, recochineo. Si no me crees, pincha en este link.

No es mi estilo quejarme, no es mi intención que este desahogo parezca un alegato victimista. No solo no me asustan las dificultades sino que me crezco ante ellas, pero es que ¡manda cojones!

Definitivamente, la generación a la que pertenezco es una generación de pringaos.

J.T.

4 comentarios:

  1. Esto es vergonzoso como no hagamos nada no se a dónde vamos a llegar. Creo que nos están tomando el pelo y burlándose de nosotros. Hay que empezar a movilizarse y cambiar el miedo de bando.

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  2. Tenemos lo que nos merecemos. No podemos consentir todo lo que nos estan haciendo. O salimos TODOS a la calle a reclamar nuestros derechos o nos vemos sin pensiones y sin seguridad social.

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  3. Juan, al leer hoy la noticia sobre las pensiones he pensado. El dictador nos jodió nuestra infancia y juventud y ahora llegan sus herederos y nos joden la pensión y nuestros años de retiro que creo yo que los tenemos bien merecidos despues de haber cotizado 42 años y haber trabajado desde que tenía 10 años. Decirte que somos de la misma edad, pues yo tambien tengo 60 años. No solamente nos joden a nuestra generación, si no que, alargando nuestra vida laboral estamos taponando el acceso de los jóvenes al mercado laboral.lo de este gobierno es un sin sentido. Tendremos que organizarnos y decir basta,antes de que nos maten y no lleguemos siquiera a cobrar la pensión de jubilación.

    Un saludo
    José

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  4. Amigo José, los de nuestra edad cada vez tengo más claro que somos una especie de "generación sándwich". Unos pringaos, vamos. Pero no pienso caer en el derrotismo. Una vez diagnosticada la putada, a la lucha! Como siempre

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