miércoles, 22 de mayo de 2013

Por qué tienen tan poca vergüenza


No saben lo que es la vergüenza. Eso es lo que les pasa a los de la Gürtel, a Bárcenas con sus millones en Suiza, a los "sobrecogedores" de sobresueldos, a los comisionistas de los Eres, a iluminados agradecidos y generosos iluminadores, a egregios yernos y trincones varios que últimamente infestan e infectan los informativos nuestros de cada día. Y no saben lo que es la vergüenza entre otras cosas porque nunca se han planteado que deban sentirla cuando meten la mano.Y además mienten. Andan por la vida convencidos de que las cosas son así y por tanto se limitan a actuar como creen que hay que hacerlo: " Total, todo el mundo lo hace". 

¿Corruptos? ¿Inmorales? ¿Pícaros? ¿Ladrones? ¡Qué va! No tienen vergüenza porque no quieren que les llamen gilipollas.

No tienen conciencia de culpa ni de transgresión. Mucho menos de delito. No sé usted, pero yo no conozco a nadie que esté avergonzado por haber cobrado en negro una parte del dinero que le pagaron por aquel piso que vendió. Al contrario, tenían miedo de que su pareja, su familia o sus amigos le trataran de tonto si no aceptaba. Tampoco conozco a quien le avergüence haber cobrado dos dietas de más o haber pasado más kilómetros de los realmente realizados en un desplazamiento profesional. Ni a quien le remuerda la conciencia por haber inflado una factura.

En este mayo tributario, amigos que tienen pisos alquilados se jactan ufanos de haber conseguido que la declaración de la renta les salga "a devolver". Caras de espanto me han puesto cuando he osado preguntarles si han incluido los alquileres que cobran. ¡Por supuesto que no! Una querida amiga que echa horas por un tubo en un bar de mi barrio tiene  un contrato de media jornada y se siente privilegiada cuando se compara con las peores condiciones en las que trabajan muchas de sus compañeras. Para su jefa, eso es "lo normal". Todo el mundo lo hace.

Yo no sé si a esta manera de funcionar habría que llamarla corrupción, picardía, inmoralidad o poca vergüenza pero es un hecho. Tenemos incrustada en nuestro comportamiento diario una especie de doble moral que, cuando por elevación la llevamos al terreno de la alta política y las estratosféricas finanzas, se traduce en que los que roban dinero a espuertas o quienes esconden millones en paraísos fiscales no sienten el más mínimo remordimiento por hacer lo que hacen. Es "lo normal". Todo el mundo lo hace. Proporciones distintas, actitud similar.

Los "presuntos" delincuentes de altos vuelos y baja estofa, de guante blanco y sangre multicolor que durante los últimos años han saqueado impunemente bancos, constructoras, diputaciones, ayuntamientos, autonomías y demás instituciones españolas tienen que acabar más pronto que tarde dando con sus huesos en la cárcel y devolviendo todo lo robado. Es urgente que lleguen los escarmientos ejemplares, pero también es imprescindible que nuestros hijos crezcan convencidos de que la desfachatez no puede ser rentable. Que mentir es de impresentables. Que ser honrados merece la pena. Que quien trinca nunca sale bien parado aunque en un principio lo parezca. Y que eso de la doble vara de medir... como que no.

Para conseguir esto igual sería bueno, por ejemplo, que ahora que los peces gordos comienzan a desfilar por los juzgados, y esperemos que pronto camino del trullo, los "pezqueñines" que siguen cobrando o pagando en negro, que no declaran alquileres o tienen gente trabajando sin contrato dejaran de actuar así. Este país empezará a tener políticos decentes cuando todos reivindiquemos a diario nuestra propia decencia. Cuando dejemos de tener sensación de ser unos gilipollas si no hacemos trampas.

Yo espero que llegue el día en que pueda pedir factura con iva, declarar el alquiler y no tener que pagar ni cobrar en negro sin que nadie me mire como a un extraterrestre ni me acabe diciendo pero qué tonto eres. Mejor espero sentado, ¿no?

J.T.

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