viernes, 30 de agosto de 2013

El periodismo cercano y ameno de Manuel Martín Ferrand


Bastantes años después descubriría yo que la manera que tenía Manuel Martín Ferrand de entender la vida era muy diferente a la mía. Pero entre los tres o cuatro periodistas que propiciaron que quisiera dedicarme a este oficio se encuentra él, y así me apetece proclamarlo en el mismo instante en que me entero de su fallecimiento. 

Vino Jesús Hermida de Nueva York a principios de los setenta para poner en marcha un innovador telediario nocturno llamado "24 horas" y cuando regresó a su puesto en la corresponsalía de tve en Estados Unidos fue Martín Ferrand quien se quedó al frente del informativo. 

Desde el sillón de skay de mi proletario piso almeriense, y mientras mis padres se marchaban a dormir, yo me quedaba todas las noches solo a mis diecisiete años extasiado frente al televisor Lavis recién comprado absorbiendo como una esponja, no ya las cosas que contaba Martín Ferrand, sino la manera que tenía de contarlas, su lenguaje cercano, fresco, ameno, tan distinto a los encorsetados locutores a los que tve nos tenía acostumbrados. 

Cuando llegué a la facultad yo ya tenía la impresión de que me lo sabía todo: para mí ser periodista se resumía en saber contar las cosas como las contaba Martín Ferrand, en transmitir como transmitía él, en ser tan cercano y entendible como a mí me parecía que lo era él. 

Al poco tiempo inventó en la Cadena Ser una genialidad llamada "Hora 25", que consistía en burlar la obligación de dar información a través de Radio Nacional de España. Aún vivíamos en la época en que, para poder emitir información nacional, todas las emisoras del país debían hacerlo conectando con los "diarios hablados" de Rne. Solo se podía emitir al margen información de carácter local. Martín Ferrand supo usar este mecanismo para burlarlo. Lo hizo mediante el habilidoso subterfugio de conectar con cada emisora local, que se limitaba a dar información estricta de las cosas que ocurrían en su demarcación. Perogrullesco, si se quiere, pero había que inventar el cóctel Y él lo inventó. Un cóctel cuya guinda corrió a cargo del controvertido José María García, que revolucionó los modos, maneras y horarios en que hasta entonces se hacía la información deportiva en nuestro país. 

Las columnas radiofónicas de Manuel Martín Ferrand, sus escritos y su sobradamente demostrada capacidad para construir equipos hacía que todos sus proyectos poseyeran un toque de frescura e innovación. Repito: mis ideas poco tenían que ver con las suyas pero eso no me impidió reconocerme en el idioma periodístico que Martín Ferrand habló y transmitió siempre. 

Antonio Asensio, fundador y dueño mayoritario del grupo Zeta, se apoyó en él para dar a luz en mayo de 1976 "Interviú", su proyecto más emblemático, y durante muchos años la revista contó con la firma de Martín Ferrand en su primera página impar. Lo que tocaba rebosaba periodismo, pero alguien le endilgó el sambenito de "gafe" argumentando quizás el poco éxito de proyectos que encabezó como "Nuevo Diario"o "Diario de Barcelona". 

En 1983 montó la primera cadena de radio en frecuencia modulada. La llamó Antena 3 de Radio con las miras puestas en contar con una sólida infraestructura creada para cuando llegara la televisión privada, engañosamente inminente. Para mí fue un privilegio pertenecer por unos meses a aquel equipo en el que tuve la fortuna de coincidir con cracks como José Antonio Plaza, Carlos Pumares, Pepe Cavero, José María García, Consuelo Sánchez Vicente, José Luis Garci, Gonzalo García Pelayo, Miguel Ángel García Juez, Antonio Herrero, Yale o Amilibia. 

La tele privada tardó seis años en llegar pero finalmente llegó y Manuel Martín Ferrand fue el primer director general de Antena 3 Televisión. Tras su dimisión en 1992 y su fichaje por la Cope fui perdiéndole progresivamente la pista aunque hasta hace poco seguían interesándome sus columnas en ABC, en las que podía constatar nuestras escasísimas coincidencias a la hora de interpretar las cosas que nos están pasando. 

No obstante, Martín Ferrand fue para mi, durante bastante tiempo, un referente y una autoridad. Yo se la reconoceré siempre, como quiero agradecerle en estas atropelladas líneas que contribuyera a despertar y consolidar mi amor por el periodismo como oficio. Mi convicción de que no hay nada más hermoso que buscar una historia que contar cada día.

J.T.

miércoles, 28 de agosto de 2013

¿Cómo hemos podido degenerar tanto?


Pero ¿qué es lo que hemos hecho con aquella hermosa libertad que empezamos a gestionar en 1976 para que casi cuarenta años después parezca, no solo que no hemos avanzado nada, sino que vamos marcha atrás?

¿En qué nos hemos equivocado para que las cosas nos hayan salido tan mal?

¿Por qué las cárceles visitadas entonces por tantos políticos que luchaban por la democracia albergan ahora políticos y empresarios corruptos de toda calaña y condición (y lo que queda)?

¿Cómo es posible que no nos haya dado tiempo de poner nuestra casa, nuestro país, mucho más en orden de lo que está?

¿Qué es lo que hemos hecho tan mal? ¿tantas heridas cerramos en falso en su día? ¿tantos frentes quedaron abiertos?

¿Cómo es posible que sigamos tan polarizados, tan cainitas, tan crispados los unos con los otros?

¿Por qué tantos avances incuestionables nos han servido de tan poco?

¿Por qué, habiendo menos analfabetos, hay menos librerías, menos cines, menos eventos culturales que muevan y motiven a la gente?

¿Por qué a pesar de los avances sociales y económicos no hablas con nadie que no le tenga mucho más miedo al futuro que hace solo unos años?

¿Cómo es posible que cada día que pasa se batan récords históricos de solicitudes de ayuda a Cáritas y oenegés varias?

¿Por qué hay que volver a buscarse la vida (la supervivencia, no la prosperidad) en el extranjero?

¿Por qué jóvenes que crecieron viendo a sus padres ir a votar van ahora por las esquinas levantando la mano cara al sol y enarbolando símbolos fascistas?

¿Cómo es que no está enterrada y olvidada la liturgia franquista? ¿Quién, cómo se dedica a reavivarla? ¿Por qué?

¿A dónde vamos tan crispados? ¿Por qué nos enconamos tanto?

¿Por qué después de tantos años trabajando por el diálogo y el entendimiento tenemos a tanto energúmeno mediático vociferando en las ondas y redactando inflamables proclamas infames?

¿Qué nos ha pasado? ¿Cuándo empezó la cuesta abajo?

¿Cómo es posible que hayamos degenerado tanto?

J.T.


martes, 27 de agosto de 2013

Diez cosas que un periodista no debería hacer nunca


Los datos estadísticos, algo de lo que no podemos zafarnos por mucho que algunos simulemos ponernos de perfil y aseguremos que no nos condicionan, me chivan estos días que algunas entradas en mi blog de hace más de tres años están siendo muy visitadas últimamente.

Se trataba de entradas a modo de decálogos dedicadas a mis colegas periodistas, sobre todo a los más jóvenes, que eran quienes me inspiraban en una época en la que la ya galopante "austeridad" propiciaba que en la redacción aumentara el número de becarios a medida que disminuía el de profesionales de toda la vida.

Me permito rescatar hoy aquí el que dediqué a enumerar diez cosas que, a mi juicio, un periodista no debería hacer nunca:

1. Tratar a los compañeros como rivales por muy competencia que te digan que son 

2. Actuar como un trepa pisando a quien sea necesario para subir 

3. Negar un teléfono, un dato o un contacto a un compañero 

4. Hacer tuyas las guerras de las empresas entre sí. Lo más probable es que a la larga ellos se arreglen y entonces seas tú quien te quedes con el culo al aire 

5. Decirle a un jefe lo que piensas de él (como en cualquier oficio, claro) 

6. Perder los nervios. Tensión, sí; histeria, no 

7. Pensar que la empresa para la que trabajas te va a valorar o agradecer los esfuerzos 

8. Perder la perspectiva y creer que perteneces al círculo (político, económico, cultural...) en el que se desarrolla tu trabajo 

9. Pedirle a tu entorno (familiar, de amigos...) opiniones sobre tu trabajo. Los pondrás en el compromiso de tener que mentirte porque lo más probable es que se interesen los primeros días, pero ya está

10. Olvidar que se trata, sólo y simplemente, de un trabajo con el que te ganas la vida... cada vez peor

J.T.

lunes, 26 de agosto de 2013

¿Conseguirá la derecha acabar con los sindicatos?

Yo quiero tener quien me defienda. Tengo claro que solo, frente a la vocación depredadora del patrón, no soy nada. Por eso quiero que existan los sindicatos. Por eso me parece básico que su existencia sea, como lo es, un derecho constitucional.

Ahora que atraviesan horas bajas creo que es el momento de gritar a los cuatro vientos que los sindicatos son imprescindibles y que no podemos dejar que nos los quiten por mucho corrupto que se demuestre que hay o ha habido en sus filas. La campaña que desde hace ya varios años llevan a cabo buena parte de los medios de derechas contra los sindicatos no tiene por objeto, contra lo que parece, denunciar corruptelas puntuales ni personas concretas sino poner en cuestión la esencia misma de la organización a la que pertenecen los denunciados.

Como en tantas otras instituciones, en las filas sindicales también hay corruptos a los que la justicia, previa denuncia y presentación de pruebas, acabará poniendo en su sitio. Con absoluciones o condenas a personas que forman parte de una organización, pero no a la organización misma. Sin embargo, la machacona propaganda de la derecha más rancia ha conseguido que cale en la sociedad una propensión hacia el desprestigio no de unas personas, sino de unas instituciones imprescindibles para impedir que los defensores del liberalismo más salvaje acaben campando a sus anchas sin ninguna fuerza social que ataje su avaricia depredadora.

Es verdad que los sindicatos, tal como los conocemos hoy, han quedado anticuados, que se mueven entre teorías y mecanismos de acción que han perdido mucha eficacia. Es ya imprescindible que espabilen cuanto antes y se dejen de tentaciones sectarias y corporativistas. Pero también es verdad que a los sindicatos les debemos mucho en este país y es el momento de no olvidarlo. Es el momento de no olvidar el sacrificio personal y vital de personas como Marcelino Camacho (CCOO), encarcelado durante años por luchar por nuestros derechos. Es el momento de poner en valor los muchos méritos de Nicolás Redondo (UGT), entre los que figura no haber dudado en enfrentarse a su propio partido cuando le pareció que éste escoraba hacia la derecha de una manera a su juicio inaceptable. 


Gracias a Camacho, Redondo y a quienes les acompañaban en la lucha hace cuarenta años se consiguieron mejoras sustanciales en la calidad de vida de millones de trabajadores. Se pelearon, y se ganaron, derechos sociales y laborales que ahora nos quieren arrebatar sin piedad, a poco que nos despistemos y perdamos la memoria o la perspectiva.


Como dijo no hace mucho Iñaki Gabilondo: "Qué bien asfaltado les estamos dejando el camino a quienes realmente nos explotan cada día. ¡Acabemos con los sindicatos! Sí. Dejemos que la patronal y los bancos regulen los horarios, las pensiones, los sueldos, las condiciones laborales y los costes del despido. Verán cómo nos va a ir con la reforma del mercado laboral, cuando los sindicatos dejen de existir y no puedan convocarse huelgas ni manifestaciones”. 

A los jóvenes que abominan de los sindicatos dado el pésimo momento por el que atraviesa su prestigio, yo les digo: ¿Por qué no os planteáis remozar, remover y modernizar las organizaciones sindicales de clase desde dentro? Cambiadlo todo si así lo creéis oportuno, pero los sindicatos están ahí para aprovechar su existencia lo mejor posible. Con sus consolidadas infraestructuras, son un instrumento de resistencia y de lucha indispensable. No olvidemos nunca eso. Porque se trata de un dique de contención imprescindible para que los desaprensivos que mueven los hilos de nuestra desesperanza no acaben, como sueñan, machacándonos sin piedad. Por mucho corrupto que se acabara demostrando que hay en los sindicatos, yo quiero tener quien me defienda.


J.T.


sábado, 17 de agosto de 2013

¡Qué pereza con Gibraltar!


Muy cansino esto de Gibraltar, de verdad. 

Vamos a ver: Como se empeñan en que hablemos de Gibraltar, habrá que hablar de Gibraltar hasta que consigamos desenmascarar la patraña. Me arriesgaré a que los muchos trolls alineados con esta peligrosa insensatez de Rajoy y sus muchachos me vuelvan a poner a parir, como cada vez que toco este tema en el blog. Pero si ellos se ponen pesados, no queda sino ponernos pesados nosotros también. 

Premisa básica: Ni Margallo, ni Fernández Díaz, ni Rajoy tienen razón. Una de dos: o usan a conciencia manidos argumentos que rayan en el tópico, o son unos perfectos indocumentados. Visto lo visto y escuchado lo escuchado, la verdad es que no sé con qué quedarme. Lo digo en serio. Cuando los escucho hablar de Gibraltar pienso, como la mayoría de los ciudadanos de la zona, que o me he metido sin saberlo en el túnel del tiempo o estoy en manos de unos verdaderos irresponsables que se creen con derecho a ir repartiendo por ahí certificados de españolidad. 

Sacar a pasear el fantasma de la "pérfida Albión", responder a una gamberrada como si fuera la mayor de las provocaciones, buscar a ver por dónde pueden justificar las ganas de tocar los huevos... solo es propio de chulos o de desesperados. O de chulos desesperados. Ni arreglan el paro, ni aplacan la recesión, ni saben cómo tapar la escandalosa corrupción que durante tantos años se ha gestado en los despachos de gerencia y tesorería de su partido... en resumen, inutilidad total. 

Así que pensaron que con lo de los bloques de hormigón de los gibraltareños les había venido dios a ver. Como los días pasan y nadie traga, insisten y buscan hasta dar con otra intolerable ofensa que añadir a su patético memorial de agravios: la construcción de un nuevo espigón sobre el que los gibraltareños planean edificar un hotel y 2.500 apartamentos. 

¿Recuerdan “Casablanca”? 
- “Cierren inmediatamente este local, le dice en el café de Rick el mayor alemán Strasser al capitán francés Renault cuando se cabrea porque el personal está cantando “La Marsellesa” 
- ¿Con qué pretexto?, le pregunta el complaciente prefecto. 
- Búsquelo”

Y van y lo buscan, estos peligrosos bienmandados. 

Repito una vez más: la convivencia en la zona de la Bahía de Algeciras, desde los tiempos de Maricastaña, no se entiende sin la tolerancia mutua. ¿Cuántas veces habrá que decírselo a quienes hablan de oído y mueven ficha sin salir de los despachos madrileños? Moratinos, que lo tenía claro, puso en marcha uno de los pocos caminos posibles para ir buscando una salida que por supuesto , llevaría su tiempo, dado que estamos hablando de un asunto que dura ya trescientos años. Y ahora van estos y se permiten despreciar todo un duro y serio trabajo de mucha gente durante bastante tiempo tachándolo de “blandengue” y de “buenismo”. Pero ¿será posible? 

Me parece intolerable el tratamiento que los periódicos fachas están otorgando al asunto Gibraltar. Pero tampoco me parece aceptable la manera con que lo abordan los medios "no afines" al marianismo: al seguirles el juego, están cayendo en la trampa. No hay que picar ni seguirles el juego contestando o intentando rebatir sus falaces argumentos. 

La cuestión es que han dado con una excusa para poner en marcha una maquinaria que olvida que es la tolerancia mutua, desde tiempos inmemoriales, la que permite que los habitantes de la zona vivan y se mezclen en paz. No se entiende la convivencia en el campo de Gibraltar sin esa tolerancia mutua, insisto una vez más. 

Los trescientos mil habitantes de la zona tienen la sensación de que lo que cuentan en los periódicos y en las radios españoles es chino mandarín. Esas portadas con soflamas patrióticas que remiten a pretéritos y teóricamente olvidados tiempos, esos vergonzosos argumentos desgranados en tertulias por atrevidos indocumentados que jamás pisaron la zona pero que se permiten pontificar como si hubieran crecido en ella... nada tienen que ver con la realidad que se palpa nada más pisar el Campo de Gibraltar. Una vez más, tirios y troyanos parecen empeñados en que se cumpla el viejo adagio: "no dejar que la realidad estropee un buen titular o una buena portada". 

A mí me escandaliza que Cameron haya decidido recurrir a Europa antes que Rajoy. Se le ha adelantado en la jugada, aunque quizás a Mariano y a sus chicos ni se les había pasado por la cabeza, ni maldito el interés. En todo caso tenía que haber sido al revés, se tenía que haber empezado por ahí cuando sucedió lo del hormigón: recurriendo a Europa si se consideraba que había razón para ello en lugar de sacar pecho, amenazar, vociferar que se había acabado el recreo y tocarle los cojones a centenares de automovilistas cada día. 

Me da pereza tener que hablar una y otra vez de lo mismo, de verdad. Pero la única manera de contrarrestar tanta propaganda torticera y manipuladora es no dejar que, por mucho que repitan mentiras, acaben teniendo razón. Si hay que ser pesado se es, porque no tienen razón. Y tantas veces se empeñen ellos en mentir, nos empeñaremos nosotros en desenmascararlos. 

Nada de lo que están montando en Gibraltar tiene razón de ser, de verdad. Se están sacando las cosas de quicio, nos estamos complicando todos la vida y se le está poniendo el futuro más difícil aún a miles de familias que no pueden evitar asociar ideas y recordar lo mucho que Franco les jodió la vida cuando les cerró la verja en el 69. Les jodió la vida pero no a los yanitos, no, sino a los ciudadanos de la Línea, que tuvieron que huir de la zona en masa para poder comer. Me repito, lo sé, pero es que ellos se repiten también. Y no se les puede dejar que ganen por pesados. 

Y a todo esto, La Junta de Andalucía continúa a por uvas y sin dar señales de vida. No me lo puedo creer.

J.T.

viernes, 16 de agosto de 2013

Pena de telediario




A los políticos les pone de los nervios ver imágenes suyas en la tele que no pueden controlar. Para definir su contrariedad y su irritación hace tiempo que acuñaron una expresión que acabó haciendo fortuna: "Nos someten a pena de telediario", protestaban. Y protestan. 

Entre otras cosas “pena de telediario” es, según ellos, aparecer en los informativos de televisión haciendo el paseíllo camino de un juzgado para declarar bien como acusado, como imputado o sencillamente como testigo. No soportan que los medios aireen las pruebas inculpatorias que pesan sobre los presuntos corruptos antes de ser juzgados.

Durante una intensa docena de años, yo he debido ser para ellos uno de esos pérfidos informadores que los sometía a la "pena de informativo de televisión". Mi zona de operaciones era Andalucía, así que me conozco a conciencia los juzgados de toda la región: Estepona, Alhaurín el Grande, Marbella. El Ejido, Ayamonte, Casares, Ronda, Málaga, Almería... Tantas horas he pasado en juzgados de toda índole que me sé al dedillo dónde están todas las puertas traseras, los pasillos, las antesalas, cuáles son los mejores sitios para esperar a que terminen de declarar los detenidos... 

El denominador común de mis visitas a tan acogedores lugares durante el primer decenio de este siglo casi siempre era el mismo: informar sobre la detención de un alcalde acusado de trincar pasta y de ser sospechosamente generoso a la hora de poner terrenos del pueblo a disposición de diligentes promotores inmobiliarios. Ni un pueblo sin pelotazo, parecía ser la consigna. Maricón el último. Así un año tras otro, de pueblo en pueblo, el trinque parecía reproducirse por esporas hasta que el globo explotó de tanto soplar. 

He visto esposados a decenas de alcaldes, concejales, constructores... he visto entrar en el furgón de la guardia civil camino de la cárcel a todo un consejero de la Junta de Andalucía, a directores generales, exsindicalistas, chóferes... no todo ha sido ladrillo en el universo del trinque. Los juzgados de Palma de Mallorca, los de Valencia, Barcelona, no te digo ya la Audiencia Nacional, han tenido el honor de ser visitados en los últimos años por lo más granado de todo el arco institucional por habérselo llevado presuntamente crudo de mil maneras diferentes: desde vestimenta hasta informes inexistentes pasando por pagos bien en especie, bien en sobres marrones. 

Hace ya dos años que la plataforma ciudadana "No les votes" elaboró un Mapa de la Corrupción en España en el que señalaban aquellos lugares del país en los que se había denunciado algún caso de corrupción política. El mapa, en el que ninguna autonomía aparecía libre de culpa, estaba ya tan repleto de puntitos que resulta complicado actualizarlo cada vez que surge un nuevo caso. 

Subiendo subiendo, de los ayuntamientos, y las autonomías hemos acabado llegando a los escalones superiores: Por un lado la Casa Real, que menuda tienen liada en esa familia. Y por otro el partido del gobierno, en el que un acaudalado extesorero al que sus compañeros de siempre llaman ahora delincuente y traidor, ha puesto patas arriba los cimientos de la casa para la que estuvo trabajando durante más de veinte años. 

Esta semana, y por culpa del ahora encarcelado extesorero, le ha tocado acudir a declarar, en calidad de testigos, ni más ni menos que a tres insignes secretarios generales del partido del gobierno: Francisco Álvarez Cascos, Javier Arenas Bocanegra y María Dolores de Cospedal García. Expertos en chupar cámara con fondo azul y los focos bien colocados, esta vez en cambio se sometían, muy a su pesar, a la por ellos llamada “pena de telediario”: Grupos tras las vallas de seguridad que increpaban o aplaudían y ellos todo dignos, con cara de circunstancias, camino de su encuentro con el juez. 

Una sola cosa he sacado en claro yo de todo esto: que según Cospedal fueron Rajoy y Arenas quienes decidieron continuar pagándole a Bárcenas un pastón en “diferido”. Cuesta un huevo, pero ya vamos sabiendo algo. Por lo demás, la actual “masca” del pp y sus dos predecesores se instalaron en el “no me consta”, “no me acuerdo” o “yo no he sido” y de ahí no se movieron. Veremos hasta cuándo.

Empezamos por los alcaldes y fíjate por dónde vamos ya. ¿Quién queda por hacer el paseíllo? Venga, Mariano, anímate, que en peores plazas has toreao.

J.T.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Elogio del fotógrafo de prensa

Oriol Maspons 

Juan Chávez, el pasado día 9 en Marivent, cuando anunció que se jubilaba

Los mejores periodistas que he conocido son fotógrafos.

Ahora que Oriol Maspons (84) nos acaba de dejar y que Juan Chávez (77) ha anunciado que se jubila, me parece un buen momento para expresar en voz alta algo que no todo el mundo en la profesión periodística está dispuesto a reconocer. Yo lo afirmo porque así lo he podido comprobar, prácticamente a diario, durante todo el tiempo que llevo en esto: los fotógrafos que llevan el oficio en las venas son los mejores periodistas.

Si el periodismo es saber resumir, el fotógrafo es el periodista que mejor resume.
Si el periodismo es acertar cuando seleccionas, cuando eliges, cuando apuestas... el fotógrafo es el periodista que más acierta.
Si el periodismo es tener reflejos, saber dónde está lo importante y desechar lo accesorio, en eso el fotógrafo nos gana de calle a los "plumillas".
Si el periodismo es hablar entre líneas, en eso los fotógrafos son verdaderos maestros. No estoy hablando de las célebres mil palabras que dice el tópico que equivalen a una foto, sino a esa magistral capacidad de mirar que yo he visto en tantos compañeros "foteros". Esa manera de ver algo que tú, a pesar de estar en el mismo sitio, y a su lado, no descubres hasta que ves la foto hecha.
Si el periodismo es ser testigo, el fotógrafo es el periodista por excelencia. Sin presencia en el lugar de los hechos no hay foto.

Seguro que conocéis, y si no yo os digo que existen, muchos enviados especiales que han tenido la desfachatez de escribir sus crónicas sobre lo que estaba pasando en un determinado país sin salir del hotel en el que se alojaban: teléfono, teclado y punto: listo para enviar. El fotógrafo, no. El fotógrafo se tiene que chupar todas  las guardias, todos los madrugones, estar en los sitios antes que lleguen los protagonistas, pasar frío o calor, intentar evitar los obstáculos con los que se encuentran, reticencias, groserías, también insultos...

Un fotógrafo que quiere informar casi siempre estorba, casi siempre lo están echando de los sitios. Salvo las fotos de familia y las ruedas de prensa, donde la vanidad de los protagonistas puede ayudarles en su trabajo, en el resto de informaciones el fotógrafo se lo suele currar luchando contra los elementos.

Oriol Maspons se dio a conocer en los tiempos de la "gauche divine" catalana. Era un verdadero artista que ilustró decenas de portadas de libros por ejemplo, pero además llevaba en su interior un simpático gamberro de cuya condición dejó memorable constancia en sus años de correrías para "Interviú" junto al entrañable Luis Cantero, ya desaparecido también. Los trajes y las corbatas que Oriol casi nunca usó los gastaba Juan Chávez en "Hola" trotando por los palacios reales de todo el mundo, cubriendo bodas de cuento, viajes institucionales y variados fastos de "divinos" muy diferentes a los que fotografiaba Maspons. En cometidos tan dispares, ambos han sabido lo que es luchar contra los elementos, lo mucho que hay que torear para sacar lo que tú quieres, lo mucho que cuesta conseguir esa imagen que ves nada más llegar a un sitio pero que se resiste...

Aquí no me caben todos los amigos fotógrafos junto a los que he disfrutado en viajes y saraos varios a lo largo de mi vida profesional. Buenos colegas de quienes aprendí gran parte de lo que sé. Me considero un afortunado por haber podido trabajar al lado de Eduardo Abad, de César Lucas, Germán Gallego, Fernando Abizanda o Julián Rojas. Tuve varios años a Emilio Morenatti en la mesa de al lado y he visto cómo, al terminar la faena del día, se iba a clases de inglés y a machacarse haciendo footing para cuando se marchara a Oriente Medio. Preparándose a conciencia.

En muchos fotógrafos de prensa, en los fotoperiodistas he admirado la vocación, las ganas de contar historias, de vivir una experiencia a tope para poder contarla luego mejor y he comprobado que hablábamos el mismo idioma: hay que estar en el sitio, vivir lo que está pasando, documentarlo y... contarlo cuanto antes.

En las redacciones donde empecé no solo había linotipias, máquinas de escribir y teletipos con campanillas. Existían también unos cuartos oscuros llamados laboratorios fotográficos. ¡Qué lejos quedan ya los procesos de revelado! Luego llegaron las primeras cámaras digitales. Carísimas. Y al poco tiempo se desmontaron los laboratorios para que la redacción ganara metros. No creáis que de eso hace tanto. Solo hace diez años que asistí, en vivo y en directo y con un nudo en la garganta, al desmontaje del laboratorio fotográfico de la Agencia Efe en Andalucía.

Cuando lo digital arrasó y los programas de ordenador proliferaron parecía que fotógrafo podía ser cualquiera. Ya se han empezado a dar cuenta de que eso es un error. Aún así, en muchos medios se ha intentado infravalorar el trabajo de los fotógrafos hasta el punto de casi exterminarlos en algunos célebres expedientes de regulación de empleo

Pero el tiempo se va encargando de demostrar que nadie podrá sustituir la mirada del fotógrafo que lleva el periodismo en las venas. Una buena imagen siempre tendrá detrás un profesional con la vocación, el ánimo y el empuje que se precisan para jugarse hasta la vida, y a veces perderla, con tal de conseguir una buena instantánea.

La mirada del fotógrafo de prensa será siempre imprescindible.Y para mirar hace falta un profesional que tenga esa chispa que imprime a su trabajo el valor añadido del punto de vista. Es preciso esa fe que les lleva a insistir, esperar y repetir hasta que tienen exactamente lo que quieren. No es suficiente disponer de una buena cámara automática como muchos gerentes de prensa creen. Por eso sé que siempre necesitaremos locos de la vida como Oriol Maspons o Juan Chávez.

Brindo por ello

J.T.

P.D. Mi más sentido reconocimiento a Mick Deane, 61, de Sky News, y a Habiba Ahmed Abd Elaziz, 26, del digital "Xpress" del grupo Gulf News. Ambos murieron este miércoles mientras hacían su trabajo como periodistas en los disturbios de Egipto. Otro día hablaré de los cámaras de televisión.

martes, 13 de agosto de 2013

Carta a los becarios veraniegos de periodismo


Recalasteis a primeros de julio por la redacción y lo primero que comprobasteis fue que nada de lo que pasaba allí tenía mucho que ver con lo que os habían contado en la facultad.

Conocisteis a una serie de locos estresados, ensimismados en su cometido y que parecían pasar de vosotros. Iban a su bola, pero cuando tenían un momento os dedicaban una sonrisa cómplice porque alguna vez ellos también pasaron por esa experiencia y experimentaron la misma sensación que vosotros ahora.

Solo os puedo decir una cosa: aprovechad bien la oportunidad. No sé si os están pagando o no. Lo más probable es que, en muchos casos, os estén exprimiendo sin soltaros un solo duro. Pero yo os digo: no dejéis que el tren pase de largo. El redactor, el jefe de sección o el redactor jefe que tenéis al lado tienen la obligación de enseñaros, de contestar a vuestras preguntas, a vuestras curiosidades, a vuestras dudas... Es lo mínimo que os deben después de utilizaros para cubrir un puesto de trabajo a coste casi cero durante los meses de verano.

Es un sinsentido, pero yo os propongo que le veáis la parte positiva a  la situación y la aprovechéis al máximo. Os diré una cosa: todos los veranos son interesantes desde el punto de vista informativo, pero este año la cosa está especialmente atractiva. Es una oportunidad, no la desaprovechéis. A los medios en los que estáis haciendo las prácticas les faltan manos, dedos, ojos, brazos... y vosotros estáis ahí. Es vuestro momento. Todo lo que haya que hacer sobre Gibraltar, sobre el pp , sobre el caso Bárcenas, sobre las secuelas del accidente de Santiago... es una oportunidad que cuando pasen unos años la recordaréis como un momento clave en vuestra vida.

La facultad quedó atrás. En la medida en que antes os liberéis de su corsé mejor os irá. Os han hecho estudiar, y os han examinado, de mucha teoría que no os va a servir para nada de ahora en adelante. Esto sucede, entre otras razones, porque la mayor parte de los profesores que habéis tenido durante la carrera enseñan periodismo sin haber hecho jamás periodismo.

No me cansaré nunca de decirlo. El periodismo es un oficio y no una carrera. Ahora es cuando tenéis ocasión de poneros al día. Si os gusta esto, recordad las cuatro reglas básicas (pirámide invertida, cinco doble uves...) y lo demás es curiosidad, ganas y práctica. El periodismo es contar historias, buscar la mejor y contarla el primero. El periodismo es ser testigo, estar en el sitio donde pasan las cosas y contarlas con rapidez sabiendo qué es lo más importante y dejándose de perífrasis, retruécanos y frases hechas.

El periodismo no es floritura, es lenguaje directo. No es pontificar sino ayudar al lector, al radioyente, al telespectador... a formarse su propia opinión. El periodismo es verificar, contrastar, nada de cortar y pegar.

Si aprendéis todo eso, queridos becarios a los que tanto admiro, tendréis la principal parte del camino andado. En ocasiones tendréis oportunidad de codearos con gente importante. Nunca penséis, por mucho que os sonrían o que os doren la píldora, que son vuestros amigos. Tampoco os mimeticéis. El mayor patrimonio del profesional del periodismo es su independencia y eso sólo se consigue manteniendo siempre una prudente distancia, evitando los mamoneos, los compadreos, y sabiendo que el político, el famoso, el artista de quien hablamos, tiene su sitio y nosotros en el nuestro.

Sobre todo aprovechad. Aprovechad que falta la mitad de la redacción y demostrad que sois capaces de cubrir los huecos. Llenad vuestra agenda de números de teléfono, de direcciones de correo electrónico… Los contactos serán vuestro mejor patrimonio. Cuando llegue septiembre tendréis menos posibilidades. El momento es ahora. Insisto: aprovechad. Y disfrutad, que el verano, no me lo negareis, se ha presentado bien calentito.

¡Ah!, y los que hacéis locución: practicad más, coño, que no se note tanto que sois becarios :-)

J.T.

sábado, 10 de agosto de 2013

¿Por qué no nos deja en paz con Gibraltar, señor Rajoy?


Se había propuesto el escurridizo Rajoy que los titulares de los periódicos y las aperturas de los informativos tras la audiencia del Rey en "la isla de Palma" no fueran sobre el caso Bárcenas y a fe que lo ha conseguido.

Desde el día siguiente a su comparecencia en el Senado/Congreso empezaron a soplar decenas de cañones por banda, viento en popa a toda vela, portadas de ardor guerrero y hazañas bélicas en la prensa afín. Margallo, por su parte, hablaba de recreos que se acababan en Gibraltar y el mismísimo Mariano, en su línea habitual, ofrecía su diferente y particular versión "gallito" de una conversación telefónica con Cameron sobre el "conflicto" con la Roca.

Conflicto de 300 largos años que los gobernantes españoles de turno sacan a pasear cada vez que necesitan distraer la atención.¡Qué pereza!

Que piensa hacer todo lo posible para defender los intereses de los españoles, dice el nota. Sí, claro, como los ha defendido con la reforma laboral, los recortes de derechos y de sueldos o el desmantelamiento del estado del bienestar. Miedo me da.

No tiene autoridad moral Rajoy para pelearse con Gibraltar en nombre nuestro. No tiene autoridad moral ni tampoco argumentos. Porque no hay nada que esté pasando estos días en Gibraltar que sea específicamente nuevo. Cuando uno quiere ver agravios en los comportamientos del vecino los ve. Y cuando no quiere verlos, se dedica a vivir y dejar vivir. Como en cualquier terreno con problemas de lindes, solo la cordura permite la convivencia. No sé por qué he asociado ideas con la tragedia de Puerto Hurraco, cuando dos enajenados organizaron, hace ahora 23 años, una terrible tragedia por un quítame allá unos cuantos metros cuadrados de propiedad.

Tanto el presidente del gobierno español como su ministro de Asuntos Exteriores saben que 

- Lo de Gibraltar es para toda la vida 
- Que han pasado trescientos años en los que sólo desde la buena vecindad las cosas se pueden sobrellevar. 
- Que para los habitantes de la Bahía de Algeciras, como yo contaba aquí el otro día, las cosas no son como se ven desde un despacho en Madrid o en Londres. 
- Que, como escribe Moncho Alpuente en su columna "Cabeza de ratón" de "Público" Gibraltar pertenece, pese a quien pese, al Imperio Británico como Ceuta y Melilla pertenecen a España, sin olvidarnos de la rabiosa españolidad de la Isla de Perejil". 
- Que como escribe Juan José Téllez en "Corazón de olivetti", también en "Público", "La Moncloa podría empezar por reclamar mejores prácticas a nuestros mayores bancos presentes en el centro financiero gibraltareño on shore: que se retirase el Santander o el BBVA, sin ir más lejos”.

Y saben también Margallo y Rajoy, como lo sabemos todos los que nos hemos pateado Gibraltar y tenemos amigos allí, que el final del cuento será que los británicos no les harán ni puto caso. Eso es así y ellos lo saben. Por eso no me puedo creer que se empeñen en estirar el chicle tanto tiempo.

Aplicar la legalidad, ha dicho el presidente en Mallorca ¿Qué legalidad? ¿La que hasta ahora no se le había ocurrido aplicar? Y eso de medidas "aleatorias"... ¿cómo se come? Diálogo. Pues claro que sí. Mucho y todo el tiempo. Como siempre. Buscando cómo hacerlo mejor, vale, pero no desacreditando foros ni consensos anteriores. Eso atrasa el reloj. Y el enfrentamiento, también lo saben Margallo y Rajoy, es estéril, ridículo, inútil y cada vez engaña a menos gente, por más que se apele a los viejos fantasmas que el franquismo inoculó en nuestros subconscientes. No se puede ser tan torpe... ni tan malvado, como para resucitar esos fantasmas: "Gibraltar español", "a los ingleses ni agua", "pérfida Albión"... ¡qué pereza más grande!

Por mucho pecho que saque, Rajoy sabe que el final de la película es envainársela. Como han hecho todos sus antecesores en los últimos 300 años. Por muy chulo que se ponga y por muy insensato que sea, que lo es, no creo que decida, al son de la música de Wagner, que diría Woody Allen, "invadir Polonia". Así que como no va a tener huevos, más vale que se calle de una vez. Y que se dedique a defender los intereses de los españoles como dice, empezando por los de los ciudadanos de la Línea que trabajan en Gibraltar, a los que tiene bien jodidos y preocupados.

J.T.

jueves, 8 de agosto de 2013

Historias de treintañeros machacados por la crisis


M. Sandra, 36 años. Ganaba dos mil euros y hace tres años se metió en un piso de 165.000. Le dieron 195.000 de hipoteca a 40 años. Paga 750 euros al mes. Hace poco más de un año que se quedó en el paro: 900 euros. Para poder comer hace chapuzas en negro, entre ellas organiza reuniones tipo tuperware y vende material de sex-shop. Está sin pareja, sin hijos y sin perspectiva de tenerlos. 

María S., 34 años. El mismo día que su pareja y ella firmaban ante notario el hipotecón que los mantendría "unidos" durante los próximos 35 años empezaron los movimientos en su empresa que derivarían en absoluta inestabilidad y flagrante amenaza para sus dos mil cien euros de sueldo. Un mes antes se había planteado la posibilidad de quedarse embarazada. Le espera el paro o trabajar lo mismo por la mitad de lo que cobra ahora. 

M.L. Fernández, 37 años. Hipoteca a 30 años de 900 euros largos al mes. Ganaba 2.200. Su pareja, autónomo, no vende una escoba desde hace un año. Ella se acaba de quedar en el paro justo cuando deshojaba la margarita de si quedarse embarazada o no. 

A.N. Gómez, 35 años. Lo han puesto de patitas en la calle con su mujer embarazada de su segundo hijo y obras en una casa de la familia donde ella piensa abrir un pequeño negocio: préstamo para la obra, por supuesto, mas hipoteca a veintimuchos años de la casa donde viven. 

Estas cuatro historias, que conté en mi blog hace ya casi dos años y medio (el 3 de marzo de 2011) no tuve que salir a buscarlas a la calle. Las tenía muy cerquita mío. Se trataba de la situación por la que estaban pasando cuatro personas a las que quiero mucho. 

¿Cómo diréis que están hoy, 8 de agosto de 2013, dos años y medio después, esas cuatro personas? 
Pues os cuento: 

A M.Sandra, que está a punto de cumplir 39 años, le quedan todavía 35 de hipoteca. Con lo que gana ahora trabajando a salto de mata apenas si le llega para cubrir la cuota. Así que ha decidido alquilar una de las habitaciones del piso y, por supuesto, sigue vendiendo material erótico de casa en casa. Continúa sin pareja, sin hijos y sin perspectiva de tenerlos. 

María S. tiene un trabajo para ir tirando en el que le pagan bastante menos de lo que cobraba antes. Ahora está de baja porque, valiente ella, acaba de ser madre. Desde que ha vuelto de la clínica su pareja y ella no paran de hacer cuentas. Del todo, la verdad, no les salen. 

M.L. Fernández se cambió de ciudad para ganar cuatrocientos euros menos que antes en un trabajo que no le gusta y que no sabe cuánto le durará. Se ha separado y se ha visto obligada a rebajar sus expectativas tanto personales como económicas. Cuando llega fin de mes y comprueba que le han ingresado la nómina, respira aliviada. Muy aliviada. 

A.N. Gómez, desde que fue padre por segunda vez, empleó la mayor parte de su tiempo en ayudarle a su mujer en el negocio recién abierto y en ocuparse de los niños. La prestación por desempleo que cobraba se le acabó y ahora va de chapuza en chapuza, con algún contrato a tiempo parcial que, cuando dura un mes, lo celebra con los amigos. 

Hace dos años y medio, cuando conté estas historias, confieso sinceramente que abrigaba la esperanza de celebrar con ellos, a estas alturas ya, la alegría de haber dejado atrás tanto machaque. ¡Iluso de mí! A día de hoy los cuatro deben prácticamente lo mismo, son más mayores, tienen más obligaciones y cobran mucho menos. 

Cobran mucho menos... desde nuestro punto de vista, porque desde el del FMI o la Comisión Europea aún hay que rebanarles los sueldos un diez por ciento más.

J.T.

miércoles, 7 de agosto de 2013

La carta de Bezos a los trabajadores del "Washington Post"


A mi la carta de Bezos a los trabajadores del Washington Post me mosquea mucho.

Yo no sé si el dueño de Amazon tiene la intención, o no, de entrar como un elefante en una cacharrería en la redacción de uno de los periódicos de referencia más emblemáticos del mundo, pero chirría la prisa que se ha dado, tras adquirirlo por 250 millones de dólares, en escribirle a los trabajadores asegurándoles que pueden dormir tranquilos. O sea, que no pueden dormir tranquilos.

No está entre las cualidades más destacadas de Bezos preocuparse demasiado por sus trabajadores, por lo menos por su calidad de vida. En una de las primeras naves de Amazon los empleados llegaban a soportar temperaturas de hasta 43 grados. Prefería pagar los gastos derivados de atender las lipotimias que invertir en aire acondicionado.

Asegura Bezos en su carta que quiere el Washington Post para "experimentar y para inventar". Es decir, para jugar. Un juguetito para el nene, que total le ha costado lo que gana en un mes. Con la fortuna que acumula ya, podría comprarse cada día, de aquí a final de año, un rotativo de ese nivel. Los dos mil trabajadores y los casi 500.000 lectores del diario saben que está en juego lo que para unos ha sido su medio de vida y para otros su fuente de información.

Desde hace bastantes años ya, como el resto de los rotativos influyentes, el Washington Post desarrolló en internet su versión digital, adaptó el modelo informativo y publicitario a los retos que plantea la red y, también como los profesionales de la información de todo el mundo, sus periodistas y directivos experimentaron, buscaron caminos nuevos e intentaron encontrar respuesta a las preguntas que iba planteando el desarrollo de las nuevas tecnologías: ¿cómo renovarse? ¿cómo reciclarse? ¿cómo reinventarse? ¿qué cosas cambiar en el ejercicio diario del periodismo? ¿cómo y dónde contar las historias? Y ahora viene Bezos con su carta a descubrir la pólvora.

El componente añadido de influencia política y social de los medios de comunicación es quizás un fuerte atractivo para estos nuevos ricos que se encuentran con incunables a precio de saldo por culpa de la implacable crueldad del mercado. A día de hoy los medios de comunicación tradicionales que todavía no han desaparecido o están en manos de un banco o han caído en las garras de tiburones financieros, especuladores de todo pelaje o personajes con cash como Bezos que, con la caida en picado de los precios de los periódicos, se preguntan por qué no divertirse con un juguetito nuevo. Ojalá me equivoque.

Apenas quedan ya en los medios empresarios con vocación de comunicar. El dueño "profesional" de un periódico era alguien cuyos beneficios se debían a su preocupación por el prestigio del medio del que era propietario.

Tenían muy claro que la condición indispensable era  nombrar directores con mando en plaza que dispusieran del presupuestos con criterios periodísticos. Sabían que esa es la única inversión rentable a largo plazo si de lo que estamos hablando es de informar, de comunicar, de contar historias. Pero los presupuestos hace mucho que pasaron a manos de los gerentes, con la coartada de que así lo exigían los nuevos tiempos.

Y no es verdad, a la ruina de muchos medios ha contribuido también que sean los gerentes quienes dictaminen si un viaje se hace o no, si hay coche para una cobertura o si se puede pagar una noche de hotel para que un redactor se quede en un determinado lugar hasta que verifique, compruebe y contraste lo que tiene entre manos, tal y como dictaminan las reglas del oficio periodístico.

Dejar los periódicos en manos de los gerentes significó ir perdiendo el respeto a los lectores, olvidar que el verdadero patrimonio de un medio es y será siempre lo potentes que sean las historias que cuente, la capacidad que tengan de conectar con el interés del lector.

Una empresa periodística, y esto más vale que lo tenga claro el nuevo propietario del Washington Post y si no más vale que respete y avale la opinión de quien entiende el negocio, solo se garantiza el futuro si reinvierte en lo que en su día la hizo fuerte: la información. Un empresario periodístico tiene que conseguir que la gente busque sus productos con ganas y quede contenta tras haberle dedicado su tiempo, su atención, su dinero... Una empresa periodística además ha de ser generosa, tener contenta a su gente. Todas estas reglas son de obligado cumplimiento en papel, en internet o en grafito

La fuerza de un medio es la fuerza de las historias que cuenta, y la fuerza de las historias que cuenta es la energía y el tiempo que un periodista pueda dedicarle a esa historia. Esto nunca desaparecerá, pero tiene que ser verdad que un comprador como Bezos no va a meter sus narices en el trabajo interno del periódico más allá de lo estrictamente imprescindible. En su carta a los trabajadores los tranquiliza diciendo que él va a continuar en el otro Washington, en Seattle, a cinco horas de avión.

Si de verdad tuviera la intención de que fuera así, no hubiera tenido necesidad de decirlo.

J.T.

martes, 6 de agosto de 2013

¿A qué vienen esas bravuconadas del PP con Gibraltar?


10 datos y reflexiones sobre la que el gobierno del pp está liando, sin ninguna necesidad, este verano en Gibraltar:

1. Los siete municipios de la Mancomunidad del Campo de Gibraltar (Algeciras, La Línea, Los Barrios, Tarifa, San Roque, Castellar de la Frontera y Jimena de la Frontera) suman casi trescientos mil habitantes; los gibraltareños son treinta mil.

2. El Producto Interior Bruto (PIB), es decir, la riqueza que genera al año cada habitante del Campo de Gibraltar no llega a los 20.000 euros. En el Peñón está cerca de los 50.000. Un conductor de autobús gana en Gibraltar más del doble que uno de la Línea o de Algeciras.

3. Cuando Franco cerró la verja en junio de 1969 condenó a la miseria a la mayor parte de los vecinos de La Línea de la Concepción. Una ciudad de 100.000 habitantes se quedó apenas con la mitad. El resto se tuvo que marchar a buscarse la vida a Cataluña, a Madrid, el País Vasco o Alemania. Directa o indirectamente 40.000 linenses se quedaron sin medio de vida cuando les cerraron la verja. Y muchos de los que no se marcharon sobrevivieron en la marginalidad y en la delincuencia, narcotráfico y contrabando de tabaco. Queriendo joder a 30.000 gibraltareños, hundieron para siempre a más de quince mil familias españolas.

4. Tanto en educación, como en sanidad, como en actividad comercial, hay muchas sinergias que dan vida a la zona. Quienes defienden profundizar en esta opción lo hacen porque entienden que es el único camino para que el contencioso pueda llegar a ver la luz algún día.

5. Hay muchos programas de cooperación, convivencia y de buena vecindad que permiten que mejore la calidad de vida y el conocimiento mutuo de quienes residen en una y otra parte de la verja.

6. Todos los habitantes de la zona viven con la sensación de que, de manera periódica, surgirá un desencuentro de tipo político que crispará los ánimos y afectará a sus vidas. Han aprendido a sobrellevarlo. Eso sí, esperan que no vuelva a suceder algo como el cierre de la verja, que separó a muchas familias durante casi catorce años.

7. Suena patético y hasta ridículo ponernos chulos y sacar pecho de cara a la galería. ¿Qué es eso de "se ha acabado el recreo"? Porque el pp sabe perfectamente que ni el Reino Unido va a renunciar nunca al peñón, ni los yanitos van a querer dejar de ser británicos. Y depende de ellos. 

8. Que el lanzamiento de los bloques de hormigón perjudica al medio ambiente de la zona no sirve como pretexto para montar el pollo que está montando Margallo. El argumento ha sido desactivado por las propias asociaciones ecologistas del campo de Gibraltar. Así que ya se está buscando otra excusa para justificar su anuncio de aumentar los controles en la verja, cerrar el espacio aéreo, inspeccionar las irregularidades fiscales de gibraltareños con residencia en Sotogrande (San Roque) o cobrar 50 euros por entrar o salir del Peñón.

9. ¿Se imaginan el marrón que sería que, de un día para otro, Gibraltar fuera español? ¿Cómo era aquello de "no sueñes demasiado con algo no vaya a ser que se cumplan tus deseos?"

10. Escoger el camino de las represalias es apostar por un ridículo espantoso. Ese pulso el gobierno de España lo pierde y lo sabe. Sabe que tendrá que envainársela porque no es de recibo mantener una postura que perjudica a los más de seis mil trabajadores españoles que se ganan la vida en la Roca; unas sanciones con las que no están de acuerdo las asociaciones vecinales; una pataleta que no apoyan ni los pescadores, que sobre el papel son los más perjudicados con la gamberrada de los bloques de hormigón y una revancha con tintes infantiles que no suscribe ningún partido político de la zona excepción hecha, claro está, del partido popular.

¡Qué ganas de perder el tiempo y de hacer el panoli, pardiez!

Y para rematar la faena mira tú por dónde, casualidad de casualidades, el actual embajador de nuestro país en el Reino Unido es Federico Trillo-Figueroa, el mismo que el 17 de julio de 2002, siendo ministro de Defensa, contó al mundo en épico tono triunfal cómo España "reconquistó" a los marroquíes la isla de Perejil "al amanecer y con fuerte viento de levante".

Si algo faltaba para que esta España del pp en 2013 se pareciera ya del todo a la de los nodos en blanco y negro de los sesenta, aquí lo tenemos. Han sacado de las catacumbas el grito de "Gibraltar español" para gozo y disfrute de los portadistas de ABC, la Razón y demás medios afines, que se temían los pobres un aburrido mes de agosto.

J.T.



domingo, 4 de agosto de 2013

¡Ojo con Alfonso Alonso!


La transmutación de Alfonso Alonso, portavoz del grupo parlamentario popular en el congreso de los diputados, tiene que tener alguna explicación.

El pasado día uno actuó de palmero mayor de Rajoy y, por segunda vez en su vida parlamentaria que yo recuerde, mostró un iracundo perfil tipo doberman del que hasta entonces no habíamos tenido noticia el común de los mortales. Creo que esta "salida del armario" del pasado jueves, así como el desarrollo de la comparecencia de su jefe, se diseñaron básicamente para aplacar inquietudes en el interior de sus filas. Para que los peperos "mosqueaos" pudieran marcharse de vacaciones tranquilos tras constatar que sus perros guardianes saben morder cuando hace falta.

Los  farisaicos golpes de pecho de su jefe y el rifirrafe con Rubalcaba dejaron muy en segundo plano la estridente intervención de Alonso. Hasta tal extremo fue así, que las crónicas parlamentarias de aquel día lo ningunearon prácticamente por completo a pesar de que puso a parir a todo el mundo, nombró a ETA, repartió estopa a todos los grupos y siguió la línea de Rajoy de buscar a menudo el cuerpo a cuerpo con el psoe. Estaba claro que se trataba de una actuación "en clave interna".

El "debut con picadores" en este su nuevo estilo agrio y casi soez lo había tenido Alonso el pasado once de julio en la reunión de la Diputación Permanente del Congreso, que fue donde el pp impidió la comparecencia del presidente del gobierno para hablar del caso Bárcenas (algo que Rajoy tuvo que hacer "a rastras" 20 días después). Ese once de julio Alonso sorprendió al personal cuando arremetió "a grito pelao" contra toda la oposición, con la venas del cuello a punto de estallarle y la cara enrojecida. 

Aquel once de julio Alonso estrenó en el Parlamento el argumentario merced al cual:

1. Bárcenas, extesorero del pp, quedaba calificado de delincuente para siempre y, por tanto, expulsado oficialmente a los infiernos.
2. Lo que estaba haciendo la oposición al pedir la comparecencia de Rajoy era "apadrinar" a un inquilino de la cárcel de Soto del Real, y "plegarse" al guión diseñado por este "personaje"

Acto seguido pasó a desplegar una pesada artillería hasta entonces impropia de sus modos y maneras: 
A IU la acusó de decir "luchar contra el fraude fiscal y no pagar a la Seguridad Social", de defender "a los desahuciados pero quedarse con pisos por un precio inferior al del mercado". A ERC le espetó que "solo se sienten españoles para cobrar"; al Psoe le sacó a pasear fantasmas varios, Eres andaluces incluídos, por supuesto; A UPyD lo calificó de partido oligárquico; a Amaiur les nombraba a ETA cada dos por tres... Ni Álvarez Cascos en sus mejores tiempos, vamos. 

Como en este tipo de asuntos nada suele ocurrir por casualidad creo que Alonso, tras sus dos recientes actuaciones "estelares", tiene jugoso futuro en su partido. Hombre de confianza de Soraya, podría ser una de las estrellas emergentes llegado el momento. Y tras los ridículos tan espantosos de González Pons, Floriano o Cospedal cada vez que cualquiera de ellos abre la boca, el hueco para una nueva cara, una nueva voz y un nuevo faltón estaba ahí.

Quién lo iba a decir de aquel discreto y contemporizador alcalde de Vitoria (1999-2007) aunque sobre su actuación en esa ciudad y su manera de comportarse en política siempre ha habido opiniones para todos los gustos. 

Igual ahora, a sus 46 años, edad ideal,  ha visto la posibilidad de "tocar pelo" en breve si hacía un cursillo intensivo de agresividad. Ojo con Alfonso Alonso. Como le dijo Cayo Lara el otro día, se está ganando muy bien el sueldo... y el sobresueldo.

J.T.

sábado, 3 de agosto de 2013

El FMI no quiere que seamos ni siquiera mileuristas


Christine Lagarde, todavía presidenta del Fondo Monetario Internacional

Cuando hace ya cinco largos años que explotan todas las burbujas, todas las pompas y todas las circunstancias, cuando estamos en un momento en que no vemos el final de la cuesta abajo y cuando cada día que pasa acaba siendo mejor que el siguiente...el término "mileurista", en cambio, adquiere más valor a medida que transcurre el tiempo.

Un mileurista en 2005 era alguien que se planteaba prosperar. Un mileurista en 2013 es casi un privilegiado.

En el entorno en el que me muevo (vecindad, amigos, familia...) ocho de cada diez personas de las que conozco no llegan a los mil euros limpios al mes de ingresos. Maldita la falta que me hacen las encuestas, maldita la necesidad que tengo de que cada mes me vengan con los datos del paro y de la dichosa epa...

Me basto yo solo para comprobar cuántos de mis allegados se mueven entre contratos por horas, fijezas discontinuas de ocho-diez meses al año por 800 euros al mes como mucho; contratos renovados por la misma empresa, pero con un tiempo de paro en medio, lo que significa que eso les genera enormes sablazos en la declaración de la renta...

Eso los que consiguen trabajar, porque me trato también con gente de mi edad a la que se le ha acabado el paro y ahora amenazan con birlarle el salario social y obligarlos a jubilarse con una pensión esquelética; con camareros que trabajan 14 horas al día con contratos de media jornada... eso cuando tienen contrato; con jóvenes a los que les pagan 500 euros por jornada laboral completa y disponibilidad los fines de semana pero eso sí, si se dan de alta de autónomos y pagan ellos, claro está, todos los gastos. Y con mucha gente inactiva. Mucha gente con demasiado tiempo libre para comerse el coco...

No, no vivo en un barrio marginal ni me relaciono precisamente con gente cuya preparación sea escasa. También, en la particular encuesta que me proporciona mi entorno vital, dos de cada diez de las personas que conozco cobran más de mil euros. Incluso hay algunos que rebasan los dos mil... ¡guau! Buena parte de ellos son funcionarios (profesores, médicos, empleados de la administración pública...) y todos están más cabreados que una mona porque haciendo cuentas globales, cobran entre el veinticinco y el treinta por ciento menos que hace cinco años, sumado a lo que les ha supuesto de merma el aumento del coste de la vida.

Porque esa es otra, los precios siguen subiendo. Así que tenemos: presión por la esquina de los precios, presión por la de los salarios... y el común de los mortales atrapados ahí en medio. Haciendo frente a cuotas hipotecarias de tiempos de las vacas gordas, comprobando cómo tras haber tirado por la alcantarilla cien mil euros de un piso de trescientos mil ahora ni siquiera le dan por él los ciento cincuenta mil que todavía le quedan de hipoteca: hipotecas en muchos casos de más de mil euros mensuales para gente que a día de hoy sería capaz de matar por conseguir ganarlos.

Que esto no reviente es un verdadero milagro. La mínima dignidad con la que vivíamos hace ocho años (que no por encima de nuestra posibilidades, bellacos) ya empieza a ser una quimera. Vamos rebajando expectativas y amoldándonos a la circunstancias con una serenidad hasta sospechosa.

- Manda cojones, Juan, me decía el otro día un buen amigo, que estamos ganando ahora la mitad o menos de lo que ganábamos hace diez años. La putada es que quienes hacen ese dictamen, aún pueden llorar con un ojo. Porque conocemos a gente que está... pero que mucho peor. Basta con ir los jueves por la mañana a la plaza de alguno de los pueblos por donde me muevo habitualmente y ver cómo van creciendo, semana a semana, las colas de gente que acude a Cáritas en busca de alimentos.

Y "estando en éstas", va y viene el Fondo Monetario Internacional y nos suelta, sin anestesia, que hay que rebajarse los sueldos el diez por ciento si queremos levantar cabeza... ¡en 2018!

Facinerosos todos: voy a contar hasta mil para no llenar la página de improperios, invectivas y vituperios varios. Solo os diré una cosa: estáis tensando tantísimo la cuerda que llegará el día, no os quepa la menor duda en que vuestra osadía, vuestra sensación de impunidad y vuestra desvergüenza, por pura lógica, acabarán recibiendo su merecido. La avaricia termina siempre por romper el saco.

J.T.


jueves, 1 de agosto de 2013

Rajoy se escapa vivo una vez más



Se les ha escapado vivo. Tanto entrenamiento en el arte de resistir tiene que servirle forzosamente de algo. Tras sobrevivir durante años -quinquenios ya- a noches de larguísimos cuchillos en el propio seno de su cainita organización, a Rajoy le ha bastado este jueves con tirar de rutina para merendarse a una oposición en inferioridad numérica, física y hasta química, a juzgar por la falta de punch.

No entiendo qué le ocurre a Rubalcaba. Este no es nuestro Alfredo, que nos lo han cambiado. ¿Qué ha sido de sus retorcidos colmillos, de aquella lengua viperina de tan acreditada eficacia en pretéritas batallas? ¿Es posible que no contara con la posibilidad de que Rajoy abordara las cosas como lo ha hecho? No creo. ¿Entonces?

Porque Rajoy se la ha jugado a cara o cruz: "No me voy a declarar culpable porque no lo soy" -ha dejado dicho para la historia en el diario de sesiones. Si miente, lo pagará caro, pero mientras tanto sale vivo comparecencia tras comparecencia. La autoflagelación a lo Juan Carlos -"me equivoqué con Bárcenas"- ha sido el primer golpe de efecto. Pero al punto victimista no ha tardado en sucederle  la actitud chulesca y pendenciera trufada de trucos de avezado trilero.

"¿Se han pagado remuneraciones complementarias por razón del cargo? Sí, como en todas partes", suelta tan ancho

Y en lugar de tirársele a la yugular al oír cosas como ésta la oposición, atocinada y apoltronada, lanzaba mandobles al aire como los boxeadores noqueados. "En cualquier país de Europa, solo por los eseemeeses a Bárcenas tendría usted que dimitir" -decía un casi indulgente Rubalcaba. "Les voy a contar la historia de una familia", declamaba un solemne Cayo Lara; "Respetamos la presunción de inocencia" -proclamaba un circunspecto Duran Lleida que aprovechó para reprochar el maltrato a sus amigos Mas y Pujol"... Por no hablar de la impetuosa Rosa Díez y su rechinante "veinteava", inadecuado término utilizado cuando anunciaba que iba a exponer su "vigésima" pregunta.

Rajoy se ha permitido afirmar que ya había hablado del caso Bárcenas cuando la única vez que rozó el larguero con el asunto lo hizo mediante comparecencia por plasma, no le importa decir digo donde dijo Diego, como cuando proclamó a los cuatro vientos que "no se iba a poder probar que el extesorero no era inocente". Ahora va, se desdice y punto pelota. Tampoco le ha importado contradecirse durante el mismo debate: anunciar que no iba a recurrir al "y tú más" y adornar su discurso desde el minuto uno con frases pronunciadas por Rubalcaba en el pasado: pasajes atinadamente seleccionados para darle en todo el bebe al jefe de la oposición y de paso a pedrojota.

La sensación que me ha quedado, tras tragarme la comparecencia íntegra, ha sido que ningún partido había hecho los deberes más allá de poner en orden todo lo que ya se conocía del caso tras las revelaciones periodísticas y las comparecencias judiciales. Rajoy, en cambio, se había preparado -o le habían preparado- los deberes a conciencia, con sus paréntesis y todo tras las citas textuales (memorable el histórico "fin de la cita", convertido en trending topic y que será finalmente el chascarrillo del debate que pasará a la historia)

Poca improvisación en las filas de la oposición, poca devolución de balones, demasiado guión... De vez en cuando me sorprendía a mi mismo increpando al televisor, como si de un trascendental partido de fútbol se tratara, cuando entendía yo que los replicantes se quedaban cortos, no pegaban nada duro ni muchos menos remataban ninguna faena.  Hasta han caído en la tentación del insulto (Coscubiela) cuando hubiera bastado con poner en valor el nerviosismo que el presidente evidenciaba en varios momentos (alusiones al caso Faisán y a Luis Roldán) en que ha estado a punto de perder los papeles. Con las contradicciones, las chulerías y las mentiras flagrantes de Rajoy lo han tenido a huevo para meterle mano pero han dejado que se les escape vivo ¿Por qué?

A todo esto, ¿qué hemos salido ganando los ciudadanos tras esta comparecencia? ¿Qué ha cambiado? Probablemente que Rajoy se ha mojado y de eso ha quedado constancia en el diario de sesiones. Muy claro lo tienen que tener para arriesgarse a que mañana Bárcenas aparezca con algún nuevo misil. Y hasta ha osado tocarle las narices a pedrojota, con el peligro que tiene, y que seguro se habrá cabreado como una mona con la cita de Rubalcaba desempolvada hábilmente por Rajoy en la que el jefe de la oposición decía hace años que "hay un círculo de la calumnia que funciona así: "El Mundo" manipula y tergiversa adecuadamente para generar una audiencia que al mediodía será ampliada por los informativos de televisión".

Se ha permitido Rajoy hasta citar a Bertrand Rusell: "La calumnia siempre es sencilla y verosímil". Y Rosa Díez va y le replica con una frase de Nietzsche "Lo que me entristece no es que me hayas mentido, sino que jamás podré confiar en ti"

Conclusión: agua de borrajas. Yo lo siento, pero no he podido quitarme la sensación de que ahí todos, gobierno y oposición, estaban limitándose a solventar un trámite. Una vez liquidado el marrón, cada uno a su respectiva playita, y ya veremos qué pasa en septiembre. Las muchas maletas que algunos han tenido el descaro de llevarse al Senado, para no tener ni que pasar por el hotel después, así lo evidencian.

Parece que tras el intenso paripé los mercados, al menos hoy, se han quedado tranquilitos. Yo, desde luego, no.

J.T.