sábado, 30 de noviembre de 2013

La muerte de Canal 9… ¿será la única?


Canal 9 no es solo Canal 9. Todas las televisiones públicas de este país son Canal 9. Por las siguientes razones: 

1. La televisión pública es cara, está mal administrada y en términos económicos la relación calidad-precio es escandalosa, ruinosa y muy, pero que muy mejorable. Las televisiones públicas, empezando por la estatal, han administrado siempre el dinero de los contribuyentes con largueza, desahogo y alegría. Demasiada alegría. 

2. Las televisiones públicas nunca han estado al servicio de los ciudadanos, sino de los intereses políticos del gobierno del que dependen. 

3. Las televisiones públicas, salvo históricas excepciones, siempre han estado comandadas por comisarios políticos a quienes lo único que les ha importado es velar por los intereses del partido que gobernaba en cada momento. Para eso los colocan y a fe que cumplen y han cumplido su cometido con indiscutible eficacia y competencia. 

4. A las televisiones públicas nunca les interesó la información. Salvo que sus gestores hayan podido llegar a estar convencidos de que la propaganda es información, claro. 

5. Las televisiones públicas fueron la cuna de la telebasura. 

6. Las televisiones públicas han despilfarrado, despilfarran y despilfarrarán. 

7. Las televisiones públicas actúan y han actuado contra la esencia de su razón de ser: ni han fomentado la cultura, ni se han preocupado por ser útiles a los ciudadanos, ni han sido jamás un servicio público a menos que entendamos como tal, por ejemplo, suplantar el cometido de las agencias matrimoniales para ancianos o dedicarse a hacer caridad con las víctimas de los recortes. 

8. Las televisiones públicas han funcionado siempre con sectarismo, con listas negras, en clave de sumisión y jugando con el miedo de sus empleados a la pérdida de una prebenda, un plus o una mamandurria cualquiera. 

9. Las televisiones públicas han matado las ilusiones y las esperanzas de cientos de profesionales que, una vez constatada la imposibilidad de hacer una televisión digna, optaron por aplicar mentalidad práctica, echarse a dormir y vivir cómodamente amparados por la legislación vigente. 

10. Las televisiones públicas instalaron en el desencanto a todo aquel que en algún momento porfió por elaborar un producto digno, decente y en línea con el espíritu de la existencia de este tipo de presunto servicio público. 

Pero en las televisiones públicas también, y a pesar de tanta queja, de tanto desencanto, de tanto desamor y tanto desánimo, muy pocos entre sus empleados tomaron en su momento decisiones drásticas, muy pocos se marcharon y, por supuesto nadie denunció. 

Hasta que la condena a muerte de Canal 9 fue irreversible, nadie dentro de ese canal tiró de dignidad para denunciar manipulaciones ni censuras, nadie porfió para llevar entrevistados vetados, como por ejemplo la portavoz de los afectados por el accidente del metro de 2006, invitada estrella en la madrugada de la “rebelión”. 

Ahora sí, ok. Pero ahora ya… es demasiado tarde. La rebelión de la madrugada de este 29 de noviembre en Canal 9 tenía que haberse producido mucho antes. 

Espero que tomen nota quienes viven y soportan las mismas tropelías que los profesionales de Canal 9 en otras televisiones públicas a las que, nunca mejor dicho, también les pueden quedar tres telediarios de vida. O menos. 

J.T.

viernes, 29 de noviembre de 2013

“Espacio Público” o la Red como plataforma para el debate político

Si cultura es lo que queda cuando se ha olvidado todo lo que se aprendió, debate es lo que se necesita cuando nos creemos que ya lo sabemos todo, que ya estamos de vuelta. Entre otras cosas porque eso nunca es verdad, por mucho que hayamos leído o aprendido. 

Pertenezco a esa generación que en los sesenta-setenta leía todo lo que caía en sus manos, que no perdonaba ni los prospectos de las medicinas. Tiempos de asambleas, de lucha en las fábricas y en las facultades, de movilizaciones y cambios, muchos cambios. A esa generación que, transcurridos ahora casi cuarenta años, ve cómo sus hijos -o nietos- adolescentes se hacen muchas preguntas y quisiera de vez en cuando poder contestarle alguna. O muchas, si se dejan. 

En mi caso, cuando me toca hacerlo, es decir cuando me dejan calentarles la cabeza, procuro al menos huir de la detestable tentación de contar batallitas. Para serles útil y no un coñazo tengo claro que debo ser lo más clarito y directo posible. Y es entonces cuando necesito recurrir a argumentos, reflexiones y citas que respalden lo que les cuento. Para momentos así es para los que vienen que ni pintados -lo siento por los muchos libros que duermen en mis estanterías- foros como “Espacio Público”, web recién nacida que, por la pinta que tiene, creo que me va a sacar de más de un apuro con rapidez. Y con eficacia. 

Cuando le cuento a mi hija que el PP miente al sostener que hay que bajar los sueldos y reducir el gasto en educación y sanidad para salir del hoyo ahora me puedo reforzar, por ejemplo, con ponencias como la del profesor Nacho Álvarez, que en “Espacio Público” explica con absoluta claridad que lo que hay que hacer es justo lo contrario, empezando por derogar la reforma laboral y por obligar a los ricos a que paguen más impuestos. 

Cuando hablamos de su futuro y le digo que para mejorarlo es fundamental no estarse quieta, moverse, participar e implicarse me sirven, y mucho, ponencias como las de Pedro Chaves o José Luis de Zárraga. Como se trata de textos abiertos al debate, eso me refuerza conversaciones en las que le digo que nadie está en posesión de la verdad por mucho que pontifique, que de lo que se trata siempre es de debatir, analizar, discutir incluso, y entre todos buscar soluciones útiles para la mayoría, no para los cuatro mangantes que usan el poder para robarnos, mentirnos e intentar acojonarnos. 

Yo creo que el cambio social es posible. Y creo también en que hay que luchar por emanciparnos de esos poderes fácticos que tienen la sartén por el mango. Lo creo y lo propago, intentando contagiar a esa juventud que más pronto que tarde tiene que ponerse manos a la obra para construir su propio futuro y el de sus hijos. Desde ya. No les va a venir nada mal contar para ello con foros como “Espacio Público”, la web que un grupo muy variado de personas ha puesto en marcha hace un par de semanas convencidas de lo imprescindible que es potenciar el pensamiento crítico, defender lo público y trabajar para cambiar los valores de una sociedad machacada por una derecha cuya política no solo no beneficia nada a los ciudadanos sino que nos deja cada día más indefensos. 

Un debate en la Red entre gentes con mucho que decir, y dotados de la suficiente autoridad moral y académica para hacerlo, a mí me parece un verdadero hallazgo y un impagable regalo para quienes estamos convencidos de que siempre queda mucho que aprender, y mucho por hacer. 

Las conciencias tienen que removerse, lo que se construya va a depender de nuestras ganas de pelea y de todo menos de estarnos quietos. El momento que estamos viviendo no es un momento cualquiera. Hay que ponerlo todo en solfa para contrarrestar la propaganda de la derecha y los efectos de su depredadora política. En ese contexto creo que “Espacio Público” llega como agua de mayo. Larga vida.

J.T.

martes, 26 de noviembre de 2013

No diga mediocridad, diga Rajoy


Que "el tiempo nos premiará con creces" el sufrimiento que nos producen las putadas que él nos está haciendo, va y dice el tío en su cada día más atrevida escalada de descaros.

Conozco a miles de “mosquitas muertas”, mucho más listos/as de lo que parecen, que descubrieron a tiempo la rentabilidad de la mediocridad para prosperar en la vida, pero la verdad es que nadie lo borda como Mariano. 

Cuando un sumiso consigue llegar arriba, gracias entre otras cosas a no haber sacado nunca los pies del tiesto antes de tiempo, lo habitual es que más pronto que tarde acabe soltándose el pelo para asombro y estupefacción sobre todo de quien lo promocionó pensando que era tonto. La mayoría de los mediocres son listos. Por eso el inteligente, si no es tan vivo como el mediocre, acabará estando en inferioridad de condiciones y tendrá muchas más papeletas para acabar fuera de la circulación. Que se lo digan si no a quienes se quedaron en el camino a costa de Rajoy. Que se lo digan a tantos como, presuntamente más brillantes que él, no consiguieron tener tan engañado al jefe como para que éste los designara a ellos en lugar de a este insustancial e insípido trilero. 

Si uno es mediocre pero sabe humillarse, al final lo consigue todo, decía Pierre de Beaumarchais doscientos años antes de que nacieran Aznar o Rajoy. La literatura le ha dedicado centenares de textos a este fenómeno, inspirados en la vida misma desde que el mundo es mundo, pero que si quieres arroz: no ha servido de nada. Quienes, llegado el día de ceder el testigo de su poder sea en una empresa, una secta, un partido político o una asociación de numismática tengan que decidir quién los sustituye será difícil, si depende de ellos, que no acaben optando por quien crean que les permitirá continuar mangoneando en la sombra o les transmita la tranquilidad suficiente para creer que lo dejan todo “atado y bien atado”. Luego, claro está, todos acaban saliéndole “ranas” a sus antecesores y negándolos tres veces antes que cante el gallo. 

Sólo una persona mediocre está siempre en su mejor momento, dejó dicho Somerset Maugham. Porque la mediocridad, es cierto, supone una excelente inversión para quien sabe administrar la paciencia con la misma pericia que la falta de escrúpulos. Solo quien tiene práctica en ejercer de don nadie durante años es capaz de actuar, una vez en el poder, como lo hace Rajoy. Sólo desde la mediocridad se explica esa caradura y ese incondicional sumisión a los bancos, a los empresarios, a los designios europeos… 

El mediocre suele preferir que otro dé la cara por él. Por eso Rajoy acaba hablando de la lluvia cuando tiene que salir al paso de cualquier “patata caliente” informativa: porque tarda en darse cuenta que, por mucho que mire a su alrededor, es a él a quien le toca torear ese toro antes o después. Y claro, acaba mintiendo descaradamente, legislando sin pudor, faltando a todas sus promesas y cabreándonos a todos menos a los bancos, a quienes el próximo viernes les va a regalar por la cara otros treinta mil millones de euros. Y además no se le mueve un músculo de la cara cuando admite, como ha hecho este martes, que lleva dos años puteándonos, sí, pero que el tiempo nos lo devolverá con creces. 

Nadie acaba siendo más dañino que aquel cuyo peligro no ves hasta que las cosas ya no tienen remedio. Debió humillarse tanto para estar donde está que él sí que se lo está cobrando con creces.

J.T.

Todos adulan a Susana


Vergüenza ajena me producen los lametones y las genuflexiones de tantos susanistas conversos que hace solo tres meses no la podían ver ni en pintura. Cuando se le hace la pelota a alguien descaradamente, ese alguien suele tener poder y el pelota miedo a pasar hambre. 

En el caso andaluz, los almibarados halagos prodigados a Susana Díaz durante los últimos días evidencian el miedo de muchos a dejar de seguir mamando de la suculenta teta de la que hay quien ha chupado diez, veinte y hasta treinta años seguidos o más. Ha sido tanto tiempo que hay quien descubre ahora que no tiene más oficio ni beneficio que el derivado de su capacidad de adular. 

Me maravilla la transmutación de tantos y la conversión con armas y bagajes de quienes hasta hace solo semanas la llamaban “la niña” y ahora les faltan tres telediarios para empezar a tratarla de “alteza“. 

¿Por qué ha sucedido esto? ¿Cuáles son los “méritos” de Susana Díaz? Parece claro que trabajando a la órdenes de Pepe Griñán debió hacerlo con tal eficacia a sus ojos y granjearse su confianza hasta tal extremo que éste no dudó en proclamar ante el mundo, recién nacido el pasado verano, que Susana Díaz era “su hija muy amada en la que había decidido poner todas sus complacencias”. 

Aún no han transcurrido cinco meses. Las reticencias, las resistencias y las desavenencias de los primeros días, crueles en algunos casos, han dejado paso a una sospechosa unanimidad de la que cabe deducir que se respalda a Pepe Griñán y a su tan criticada decisión de abrir la caja de los truenos. Un Griñán que ha conseguido irse difuminando a medida que su insospechada hoja de ruta iba adquiriendo forma. 

Ahora ya está. Susana Díaz, la “niña” de hace seis meses, ya no escucha menosprecios ni sufre ninguneos. La música ha cambiado y ahora solo suenan halagos y adulaciones a su alrededor. De cómo administrar estos comportamientos en el seno de su organización yo no osaría decir ni palabra, a tenor de cómo ha demostrado ella manejar las claves. 

Pero sí me gustaría dejar constancia aquí de mi empacho ante el comportamiento de los medios a la hora de tratar el fenómeno Susana Díaz. De los medios andaluces fundamentalmente, claro: Demasiado jabón. Parecían la prensa deportiva hablando de CR7: “Susana, la gran esperanza blanca”… 

Con tan poco tiempo como presidenta de la Junta de Andalucía, ni siquiera tres meses, todavía no existen datos objetivos para meterle mucha caña, de acuerdo. Pero tampoco para elevarla a los altares, por favor. Vamos a esperar un poco, ¿no? Pues no, el periodismo orgánico andaluz ha gastado estos días tanto incienso, a propósito de su proclamación como secretaria general del socialismo andaluz, que los vendedores de esta resina aromática van a tener que reponer existencias si no quieren quedarse cortos para semana santa. 

Yo no digo que Susana Díaz no sea la caña. Algo debe tener el agua cuando la bendicen, que dicen los católicos, pero si yo fuera ella no olvidaría aquel axioma que sostiene que las plumas más complacientes suelen convertirse en los peores rifles cargados y dispuestos a hacerte trizas al menor tropezón. Si en la política los cuchillos están afilados, en el mundo del periodismo, y más en estos tiempos en que tantos medios luchan por no desaparecer y tantos profesionales por sobrevivir, podemos estar hablando de verdaderos barriles cargados de pólvora. 

Si las subvenciones llegan en tiempo y forma y si los grifos de dinero no se cortan, tendrá menos problemas. Pero si a la presidenta Díaz se le ocurre meterle mano a los vicios adquiridos por un sector acostumbrado a funcionar durante treinta años de una manera cuya fecha de caducidad nadie cuestiona, empezarán los problemas. Los lametones y las genuflexiones continuarán, sea su destinataria sensible a ellos o no. La inercia de más de treinta años es mucha inercia. Y el miedo a pasar hambre, no te digo ya.

J.T.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Responsables de prensa, ¿periodistas o guardaespaldas?

Fernando Llorente y Marc Bartra durante la "accidentada" rueda de prensa en Guinea el 14.11.13

- Señor Rajoy, en mi aula somos 38 alumnos y estamos un poco apretados, ¿usted cree que con esto de la reforma en la educación corremos el riesgo de ser todavía más?
- Cuando yo estudiaba en Pontevedra éramos 40, le contesta el presidente, pero cuando tengamos dinero seréis menos.

La escena tiene lugar en palacio de la Moncloa durante una conversación de escolares con el principal inquilino del edificio. El chaval, dado el buen rollo que parece haber en el ambiente, pretende hacer otra pregunta, esta vez sobre la privatización de la sanidad.

- Pero la periodista no me dejó, le contaba el chico el pasado miércoles a Javier Casal durante la desconexión madrileña de "La Ventana", en la Cadena Ser. Me dijo que esas cosas no me interesaban,
- ¿Y tú estabas interesado?, le pregunta Casal
- Claro, yo estoy muy preocupado por lo que me pueda pasar si me pongo enfermo.

Escena dos: Guinea Ecuatorial. Rueda de prensa de dos veinteañeros, un vasco y un catalán, jugadores de la selección española de fútbol. Se les pregunta qué les parece jugar en un país sin libertades donde gobierna un dictador. Interviene la "periodista" del departamento de Comunicación de la Federación:

- Ellos no están aquí para hablar de esas cosas

Se arma el guirigay en la sala de prensa. Ante la insistencia de quien preguntó, los jóvenes Bartra y Llorente acaban soltando una atropellada respuesta intentando salirse por la tangente, lo que les cuesta que haya incluso quien los ponga a parir.

En las dos escenas, presuntos/as periodistas hacen lo contrario de lo que se supone que tendrían que hacer si realmente son periodistas. En Moncloa cortan a un chaval de instituto que le pregunta al presidente por la sanidad y en Guinea cortan a profesionales que preguntan a jugadores de fútbol sobre el país donde van a jugar. ¿Periodistas? Más bien cancerberos. El problema es que esto no sucede solamente en la Moncloa o en la Federación Española de Fútbol: periodistas que le cortan el rollo a periodistas los hay a miles. Ahora que se ha lesionado Víctor Valdés, seguro que hay algún "periodista-cancerbero" que podría competir con el bueno de Pinto para defender la portería del Barça con similar solvencia. Presuntos/as periodistas de muchos gabinetes de prensa y departamentos de comunicación harían bien en dedicarse al fútbol, al parapente o al aeromodelismo.

Yo no discuto la necesidad de ese cometido, pero para eso están los guardaespaldas, no los periodistas. Cuando un chaval, tras visitar la Moncloa, sale diciendo que una "periodista" no le ha dejado preguntarle a Rajoy por la privatización de la sanidad, vamos mal. Muy mal. Cuando, como en el caso de Bartra y Llorente, quien impide sus contestaciones a un periodista es otro periodista, algo falla.

Los periodistas que trabajan como asesores en los gabinetes de comunicación, si quieren ser llamados periodistas, tienen que comportarse como tales. Tienen que apostar por la transparencia y no por el oscurantismo. A ningún asesorado le ayuda que sus gentes de comunicación actúen de guardaespaldas. Un periodista de gabinete administra la información y, por supuesto, nadie puede esperar de él que actúe en contra de los intereses de quien le paga. Pero si se va a dedicar a entorpecer el trabajo de sus compañeros de oficio, más vale que se quite de en medio. Esa labor no la puede desempeñar alguien que se llame periodista. Que se llamen relaciones públicas, jefes de protocolo, responsables de marketing o comunity manager, pero periodistas no.

Un periodista no puede hacer lo mismo que aquel calvo alto y fornido que, como nos recuerda en su post de este domingo mi compañero Aníbal Malvar, apareció en un documental del Canal Plus francés echando el aliento y empujando a una periodista francesa para impedir que le preguntara a Felipe de Borbón por su cuñado Iñaki Urdangarín.

El periodista tiene que instruir y aleccionar a su asesorado, pero no puede ser su cancerbero. No puede hacer de guardaespaldas. Yo entiendo que el curro está muy difícil y que hay muchos periodistas que se ganan/nos ganamos la vida como podemos: a veces como agentes inmobiliarios, como camareros, o como dependientes de una carnicería. Pero cuando se dedican/nos dedicamos a estos menesteres los clientes no salen diciendo que el piso se lo ha vendido, o que la cerveza se la ha servido un "periodista" como sí contó el escolar de la Moncloa cuando salió dela visita.

Es verdad que al periodismo se dedican muchos piratas impresentables y que hay medios que denigran la dignidad de profesionales en programas y en informativos que producen vergüenza ajena. Pero eso... lo voy a dejar para otro día.

J.T.

viernes, 22 de noviembre de 2013

10 leyes que el PP nunca promulgará


Desaforados. Están desaforados. La semanita que llevamos, la del 38 aniversario del 20N, ha sido de aúpa. Nostálgicos quizás -dadas las fechas- de aquellos tiempos tan rentables y gozosos para sus papás, sus abuelitos y para ellos mismos, que continúan ahora perpetuando la casta, estos herederos de los golpistas que en su día nos metieron en esa trágica ruina llamada guerra civil van terminando de arrinconar su molesto disfraz de demócratas y mostrando ya sin rubor alguno sus verdaderas caras.

Tras dejar, en dos años de gobierno, el universo de los derechos laborales hecho unos zorros, tras no dejar vivo ni un solo derecho social, tras volver a hacernos sentir como antaño, con miedo a no poder pagar el médico si tenemos una enfermedad, con miedo a no poder pagar una medicina imprescindible, con miedo a que nos quiten la casa, con miedo a que nuestros hijos no puedan estudiar, con miedo a quedarnos sin pensión... se disponen ahora a rematar la faena cuestionando libertades innegociables.

¿Que nos hacen escraches? Ley para acabar con ellos
¿Que convocan movilizaciones por internet? Ley para que se les caiga el pelo a los promotores
¿Que graban y fotografían a honrados policías en el noble ejercicio de sus funciones de apalear manifestantes? Ley de Seguridad Ciudadana para meterles un puro a quien ose hacerlo
¿Que los barrenderos me montan huelgas que ponen las calles de Madrid hechas un asquito? Ley de Servicios Mínimos para que eso no vuelva a suceder.

A propósito de "mínimos" y de "seguridades", y con la ingenuidad que me caracteriza, me voy a permitir aquí sugerir "diez leyes, diez" que los ciudadanos estamos necesitando ya. 

1. Ley de Decencia Mínima cuando se gobierna
2. Ley de Cumplimiento Mínimo del programa electoral y contra la mentira
3. Ley de Vergüenza y Honestidad Mínimas en el ejercicio del poder
4. Ley de Caradura gubernamental Máxima
5. Ley de Servicios Mínimos al Ciudadano
6. Ley de Distancia Mínima entre el gobierno y los bancos
7. Ley de Mamoneo Máximo entre empresarios y gobernantes
8. Ley de Seguridad Ciudadana contra políticos trincones
9. Ley de Seguridad Ciudadana contra especuladores, ladrones y "sobrecogedores" varios
10. Ley de Preocupación Mínima por solucionar los problemas reales de los ciudadanos

Dado que tienen mayoría absoluta no les costaría nada hacerlo, digo yo. Claro que luego es capaz de llegar otro gobierno y tumbarlas como hizo el "desconsiderado" Zapatero con esa ley de Aznar en la que podían caerle cinco años de cárcel a quien se atreviera a promover un referéndum.

J.T.


martes, 19 de noviembre de 2013

Cómo buscarse la vida en internet… a pesar del gobierno



"El puesto de trabajo para toda la vida ha muerto. Nos enseñaron a ser mediocres para sobrevivir en el mundo laboral, y eso es una estafa. El mayor valor de un profesional es el talento. Nos da miedo arriesgar y eso beneficia a las empresas"

Estas son algunas de las decenas, cientos de frases, todas ellas por el estilo, que el pasado fin de semana escuché en Sevilla durante la celebración del Evento Blog España, el EBE 2013, la gran cita de la web social en habla hispana que ya va por su octava edición.

Las conferencias de este encuentro, considerado de referencia para los amantes y profesionales del mundo digital, tienen un tono estimulante y reconozco que asisto a ellas con interés porque son un semillero de ideas para sacarle partido a tantas posibilidades como ofrece internet. Pero no puedo evitar percibir en muchas de las exposiciones, talleres, puestas en común y actividades en general un cierto tufillo similar al que desprenden algunos libros de autoayuda.

"- El valor eres tú.
- Cuando dibujas tu propio mapa, la gente te sigue.
- Piensa en cuáles son las necesidades de tu cliente potencial y cómo piensas satisfacerlas."

Sin duda es de agradecer la puesta en común de experiencias profesionales realizadas en el mundo de internet por españoles que trabajan en Munich, Bruselas o Nueva York y que ayudan a abrir los ojos, proporcionan ideas e inducen a muchos a explorar caminos que pueden acabar convirtiéndose en soluciones óptimas para ganarse la vida.

Sin duda es bueno que quienes hacen apuestas y se arriesgan animen a quienes dudan sobre qué hacer con su vida a que se tiren a la piscina como en su día hicieron ellos. A mí me gusta arriesgarme y lo he hecho muchas veces pero he procurado no olvidar que se trata solo de una opción. Jugársela a cara o cruz no puede acabar convirtiéndose en una obligación. Que la gente esté dispuesta a buscarse el pan como sea no puede significar que le otorguemos carta blanca a quienes gobiernan para que nos recorten conquistas sociales y nos roben derechos laborales con el argumento de que quien apuesta por emprender acaba sacando la cabeza y ganándose la vida sin problema.

Creo que la lucha por salir adelante, buscando ideas en encuentros tan estimulantes como el Evento Blog EBE 2013, ha de combinarse con la pelea permanente por evitar que nos desmonten, una tras otra, las escasas piezas de ese endeble mecano llamado Estado del Bienestar que aún quedan en pie. 

Como la imaginación se dispara cuando te machacan, surgen opciones como el coworking, una iniciativa que permite a profesionales que no comparten empresa, ni tampoco sector de actividad, unirse para trabajar juntos en un mismo espacio. Así, explicaron los ponentes, se combate la soledad laboral y disminuyen los gastos. El coworking nace como uno de los efectos colaterales de una revolución laboral a nivel mundial, añadieron.

Pues mire usted, pues no. Vivimos una revolución, vale, una tormenta que cuestiona millones de actividades, negocios y maneras de afrontar la lucha por la supervivencia. La irrupción de lo digital en nuestras vidas tiene el carácter de verdadero tsunami, de acuerdo. Pero eso no puede convertirse en una coartada para que los de siempre aprieten tuercas, bajen sueldos y se dediquen a mandar gente al paro para salvar lo insalvable en lugar de reconvertirse y buscar salidas junto a los empleados y no mandarlos a hacer gárgaras.

Que ya apenas se pueda plantear que un trabajo sea para toda la vida no puede significar la liquidación del derecho a la estabilidad laboral de aquellos que trabajan para empresas cuyos dueños, que los hay, continúan ganando pasta a manos llenas. 

Los ponentes, moderadores y asistentes en general que han participado en el Evento Blog EBE 2013 eran en su mayoría jóvenes que no solo no están dispuestos a desanimarse sino que tienen miles de ideas. Pero no hay que despistarse: eso es a pesar de la gestión de quienes nos gobiernan. En ningún caso gracias a ella, no perdamos la perspectiva. Que nadie, y menos ningún político, ose interpretar estas actitudes como respaldo a la política de liquidación por derribo que el gobierno del pp lleva practicando durante los dos últimos años. 

Lo que existe es necesidad de sobrevivir, de sacarle partido a la creatividad. Y quienes se mueven lo hacen a pesar del gobierno, a pesar de tanto empresario instalado en el pleistoceno y a pesar de esos bancos saneados con nuestro dinero, con ese dinero que tan fenomenalmente le vendría a tanto emprendedor con ideas y con ganas de comerse el mundo como tuve la fortuna de conocer este pasado fin de semana en Sevilla. Eso sí, yo le quitaría al encuentro el tufillo a libro de autoayuda.

J.T.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Las memorias de Rajoy, ¿para cuándo?


Estoy deseando leer las memorias de Rajoy. Por eso quiero que se vaya cuanto antes. 

Tengo miedo que se pase la moda de las memorias de expresidentes, que dejen de hacer furor los libros de antiguos inquilinos de la Moncloa y ya no haya ningún editor dispuesto a soltarle una pasta a Mariano para que escriba obviedades trufadas con alguna que otra insolencia y las remate, como sus antecesores, traicionando confidencias a cambio de dinero. 

Deseandito estoy de ver cómo replica Rajoy a las descalificaciones de su otrora mentor. Quiero ver cuanto antes cómo ejerce de jarrón chino, aunque se forre haciendo bolos "everywhere" y ocupando cargos en agradecidos consejos de administración siempre dispuestos a recompensar servicios prestados. 

Cuando ya le hayan/hayamos dado la patada quiero ver cómo explica los tejemanejes de los extesoreros de su partido. Quiero saber cómo fueron esos largos ocho años que transcurrieron desde que José María lo ungió como sucesor, en detrimento del ahora denostado Rato, hasta que consiguió llegar al poder. Quiero saber cómo fue esa travesía del desierto, cómo salió airoso a pesar de perder dos elecciones y haberse despedido prácticamente en una de ellas desde el balcón de Génova. Quiero saber qué fue haciendo para cabrear cada vez más a su padre político. 

Quiero que se vaya Rajoy, quiero que se vaya ya porque no puedo estar más tiempo sin saber lo que pasaba en esos garajes de los hoteles o del senado por los que huía despavorido de los periodistas. Quiero saber cómo justifica todas las putadas que nos ha gastado: si obedecen a una vergonzosa y sumisa docilidad ante las instituciones europeas o, como le pasa al escorpión cuando pica, es que su carácter es ese y no puede evitar ser como es. 

Quiero saber si es capaz de explicar por qué traicionó su programa electoral, por qué prometió hasta que metió y, como suelen hacer los seductores baratos, "una vez metido, no cumplió nada de lo prometido". Quiero comprobar si de verdad no le da vergüenza haber proclamado a los cuatro vientos, con grandes portadas en la prensa amiga, que no tocaría la sanidad, la educación ni las pensiones, y luego montar la que ha montado. 

Yo por unas memorias de Rajoy, es que ma-to. 

Necesito que me cuente qué se había tomado el día que se puso a elegir su equipo de gobierno. Necesito que me diga con cuántos whiskies encima llegó a la conclusión de que personajes como de Guindos, Montoro, Gallardón o Fernández Díaz iban a ser "la caña". La caña de España. ¿O era algo más fuerte que el whisky? Porque para meter en la lista a Wert, Mato, Báñez o Margallo no sé yo si basta con estar bebido. 

Que se vaya ya Rajoy. Fuera. Pero no por lo que ha hecho, pobre, que seguro que él no quería y no ha tenido más remedio. Lo que quiero es que me lo cuente. Que me lo cuente en un libro como Felipe, como Aznar, como Zapatero, o como Fernando Ónega que va por ahí escribiendo ahora sobre el tiempo que pasó junto a Adolfo Suárez. 

Lo va a petar Mariano cuando cuente sus paseos en barco con Merkel por Chicago, sus flirteos con Obama o sus despachos con el rey tras saltar por los aires el tabú informativo de tantos años sobre la Casa Real. Y cuando saque a la luz toda su correspondencia íntima con Bárcenas, ¿qué me decís? Sus comparecencias en plasma, al lado de todo esto, van a quedar a la altura del betún, como su patético intento de censura a la entrevista que le hicieron en Bloomberg. 

No puedo vivir más tiempo sin que Rajoy me cuente por qué cree él que cayó en desgracia con pedrojota; estaré en un sinvivir hasta que me explique qué le llevó a promover una reforma laboral tan guai; no lograré conciliar el sueño hasta que no me pormenorice cómo consiguió bordar el gobierno más fascista y retrógrado desde que se murió Franco. 

Quiero que Rajoy se vaya ya. Ni él ni los editores deben desaprovechar la excelente racha por la que atraviesan las memorias de los expresidentes. Sería una pena que dejaran pasar ese tren. Aunque siempre, eso sí, lo podríamos tener de comentarista deportivo en el "Marca", su publicación de cabecera y junto a los sudokus, su distracción favorita.

J.T.

lunes, 11 de noviembre de 2013

No a la caridad televisada

Toñi Moreno, conductora del programa "Entre todos"

Cada viernes por la mañana, antes de irse a trabajar, mi padre preparaba unas cuantas monedas de perra gorda, alguna vez de dos reales, para los pobres que una vez a la semana tocaban el picaporte de la puerta de nuestra casa en busca de su preceptiva limosna.

Éramos pobres como ratas, pero ellos eran más pobres todavía. Eran "nuestros pobres": La "Muda", cargada de hijos y de moratones cuyo autor, su marido, claro, tenía como única ocupación arrear los caballos del coche fúnebre cada vez que alguien del pueblo pasaba a mejor vida; el "Matamoros", un entrañable anciano, impedido, que debía su apodo a haber estado combatiendo en Marruecos...

Por la noche, década de los cincuenta, primeros sesenta, escuchábamos Radio Intercontinental, Pepe Iglesias "El Zorro", Matilde, Perico y Periquín... y en la Ser "Ustedes son formidables", un programa de incuestionable éxito cuya sintonía eran los primeros compases del cuarto movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorak. Lo conducía un monstruo de la radio, Alberto Oliveras, tan eficaz en su trabajo como inconsecuente -al menos así me lo pareció a mi siempre- entre lo que predicaba y lo que practicaba.Oliveras vivía en París a todo lujo y cada semana se trasladaba a Madrid para conducir un programa de radio en el que ¡pedía limosna!

Primero se presentaba el caso: alguien que necesitaba unas simples muletas para caminar, o dinero para ser operado de un tumor, o muebles por haber sido víctimas de una inundación... Se abrían los teléfonos y gente a la que en muchos casos le faltaba para cubrir sus necesidades más primarias se desprendía de unas cuantas pesetas entre lágrimas, emoción y aplausos, y se comprometía a ingresarlas en la cuenta de "Ustedes son formidables".

Hace algún tiempo que hablé de este asunto en mi blog, antes de comenzar a escribir en "Público". Hoy me permito rescatarlo tras conocer la exigencia que el Consejo General del Trabajo Social ha hecho a tve: suspender inmediatamente la emisión del programa "Entre todos", que la cadena pública emite en la sobremesa de los días de diario, una réplica cutre del "Ustedes son formidables" de Alberto Oliveras perpetrada cuarenta años después.

Los trabajadores sociales exigen la retirada del programa porque consideran “inadmisible -palabras textuales- que la televisión pública estatal vulnere de una forma tan evidente la dignidad de las personas, mediante un periodismo de lo más amarillo y rancio que llama al llanto y potencia la lástima hacia la persona necesitada. Rechazamos esa actitud, en tanto en cuanto defendemos la igualdad y dignidad social”.

Caridad, beneficencia, compasión. Ese era el mundo que, desde hace ya un par de décadas largas, habíamos dejado felizmente atrás. Pero no, parece que volvemos: Caridad, no derechos. Limosnas, no posibilidades de tener trabajo. Favores, no conquistas sociales. Y si para dar más pena hay que utilizar a niños, pues se hace.

La Asociación Estatal de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, por su parte, ha denunciado el espacio al Defensor del Pueblo por utilizar menores para "despertar la solidaridad y generosidad de los telespectadores". El Psoe ya se ha subido también al carro y ha registrado en el Congreso una proposición no de ley en la que insta a RTVE a tomar medidas para "evitar la vulneración de la Ley de Protección Jurídica del Menor" en programas como "Entre todos".

Comparto plenamente el planteamiento de los trabajadores sociales: la ayuda nunca debe sustituir el sistema público de protección social, como está ocurriendo. Los recortes y eliminación de las partidas sociales en los presupuestos (como el plan concertado), el endurecimiento de los requisitos para obtener ayudas y los cambios legislativos aplicados (muy patentes en la Ley de Dependencia) y los que están en trámite parlamentario (la reforma de la Administración Local eliminará los servicios sociales municipales) son algunos ejemplos del inadmisible desmantelamiento del Estado del Bienestar y bajo ningún concepto estos derechos pueden ser sustituidos por pornográficos programas de televisión basados en la piedad, la lástima y la explotación sin pudor de las miserias más íntimas del ser humano.

El programa de Alberto Oliveras buscaba solucionar problemas que tenía que resolver el Estado en una época de carencia de libertades en la que la dictadura se dedicaba a blindar los privilegios de los poderosos y se despreocupaba de los problemas de los más desfavorecidos. Que eso vuelva a suceder cuarenta años después es para que se disparen todas las alarmas. No se puede tolerar una vuelta atrás en el tiempo tan escandalosa. 

Los banqueros y los políticos tendrían que explicar por qué su gestión está claramente encaminada a favorecer a los que más tienen, esa desprejuiciada casta de amorales que, para sentirse verdaderamente rica, ha de tener "sus pobres" a los que graciosamente socorrer y así poder garantizarse que los tienen pillados por los huevos, serviles y agradecidos.

Que el fantasma del programa de Alberto Oliveras vuelva a planear sobre nuestras cabezas mientras las políticas del gobierno del PP nos va desangrando es un trágico síntoma de que no sólo vamos para atrás como los cangrejos, sino que quienes están a cargo del chiringuito no tienen ningún interés en que mejoren las cosas. A este paso, no tardaremos en volver a ver a los mendigos pidiendo limosna de puerta en puerta.

J.T.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Psoe, no me creo nada


Me aburre mucho la conferencia del psoe de este fin de semana y la campaña de promoción que algunas de sus presuntas estrellas han protagonizado durante los días previos a su celebración.

Como la música militar, tanta parafernalia no me pone nada. Jamás me supo levantar, que diría Brassens. Y ahora todavía menos, porque de  un tiempo a esta parte casi todo lo que rodea a esta formación que a tantos ilusionó cuando parecía de izquierdas, aparece desprovisto de esa contagiosa sangre en las venas y de ese espíritu marchoso que fueron su seña de identidad durante tantos años. 

Ahora me cuesta trabajo creérmelos. Los leo, los veo, los escucho y admito que hay momentos en que me gustaría que supieran engañarme. Un poquito de seducción, por favor, aunque luego todo sea mentira. Pero ni por esas.No se trata ya de Rubalcaba, asfixiado por tanto abrazo del oso Felipe. Es que ni Madina, ni López, García Page o Chacón, a quienes he escuchado con atención estos días acaban de sacarse de encima esa sintaxis y ese vocabulario de añejos profesionales de la política cuyo soniquete, ya de entrada, te pone en guardia y desvirtúa la enjundia de los mensajes: a ver qué me va a vender éste ahora, piensas cuando comienzan con las perífrasis, las evasivas, los lugares comunes y las frases hechas

Luego está el llamado "aparato", esos -y esas- que llevan décadas serpenteando por las tripas del partido y que matarían antes de irse al paro porque toda su vida laboral la han pasado conspirando o defendiéndose de las conspiraciones y no tienen otro oficio ni beneficio. Expertos en saber qué aceite hay que ponerle a la maquinaria para que funcione, ahora ya no saben cómo hacer para evitar que se oxide.

Nadie apuesta desde dentro por un golpe de timón cuya necesidad está cantada. Nadie acaba de apostar por asumir la portavocía de lo que realmente sucede en la calle. Se empeñan en continuar tratando de los problemas del ciudadano de a pie sin bajarse de sus privilegiados púlpitos y emborronando cientos y cientos de infumables folios a los que luego llaman documento. Pero no se remangan para meterse en el fango de la prosaica cotidianeidad en la que sobrevivimos el común de los mortales. No se manchan de barro.

Vuelven a hablar de sus problemas, que si primarias, que si no primarias, que si toca, que si no toca, que si liderazgo... antes de ocuparse en buscar soluciones a los problemas de la vida real que nada tienen que ver con tanta palabrería. Siguen enrocados en la jerga sectaria. Hasta la muy viajera Carmen Chacón, ambigua opositora a verso suelto, milita en el pasteleo cuando habla y este mismo jueves comenzó una entrevista haciéndole la pelota desde el minuto uno a Rubalcaba y a Jáuregui. Se le llena la boca con la palabra "delegado", con los elogios a los militantes por el "trabajo bien hecho". Trabajo bien hecho en los ordenadores, digo yo, porque en la calle no se les ve entre otras cosas porque muchos no se atreven a decir que son del psoe no vaya a ser que los corran a gorrazos.

Un desastre. No me creo nada de este psoe cuya música suena añeja y gastada y que continúa despilfarrando los días mareando la perdiz y metido en una urna de cristal que pocos o ninguno de entre ellos, calentitos y con sueldos que millones de ciudadanos ya no tienen, parecen dispuestos a romper.

J.T.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Quién mató Canal Nou?


Las televisiones públicas son tan necesarias como lo es que quien las administra deje de utilizarlas en provecho del partido que gobierna.

Las televisiones públicas nacieron con la intención, y en la intención se quedaron, de llevar a los ciudadanos esa información a la que no tienen acceso por otras vías, ese conocimiento de su tierra del que las televisiones privadas no suelen ocuparse.  Que exista televisión pública estatal, autonómica o local es la única posibilidad que teóricamente nos queda de evitar que todo lo acaben mangoneando las cuatro empresas líderes del Ibex 35. Teóricamente. 

A medida que fueron naciendo, y antes de cumplir tres-cuatro años de vida, las televisiones autonómicas ya habían conseguido reproducir todos los defectos, y casi ninguna de las virtudes, de una televisión estatal que durante más de treinta años campó por sus respetos como visitante única de bares y salas de estar en todo el país. En manos de gestores politizados y pelotas, los medios técnicos y humanos de las televisiones autonómicas dedicaron desde el primer día sus esfuerzos y su celo a cantar las alabanzas del correspondiente gobierno de la comunidad para mayor gloria del presidente de turno y sus consejeros, y descomunal cabreo de los partidos de la oposición.

Es así. En todos sitios, sea cual sea el color que gobierne. Aunque como en todo, siempre hay grados. Unos, sin duda, tienen más pudor que otros, pero tampoco tanto. Ningún gobierno autonómico ha sido capaz de resistir la tentación de aprovecharse de las ventajas de tener una televisión a su disposición. Impagable juguete con el que satisfacer la vanidad, ensalzar los logros, ocultar las pifias, influir en la intención de voto... un chollo, vamos. Y tampoco vamos a hacer el tonto, ¿no?

Nacieron las autonómicas cuando, tanto los profesionales del medio como los políticos, conocíamos sobradamente los vicios, defectos y componendas de tve. Bastaba con haber hecho lo contrario de lo que hacía tve y se hubiera acertado. Pero eso no ocurrió. A medida que pasaron los años, las plantillas de las autonómicas fueron aumentando al ritmo que lo hacía también el descaro en la manipulación. No, definitivamente no se había aprendido nada de los problemas de tve.

Cuando empezaron a dispararse los costes, cuando el asunto empezó a tener pinta de burbuja condenada a explotar más pronto que tarde, alguien tenía que haber pegado un puñetazo encima de la mesa. Alguien o álguienes tenían que haberse puesto a buscar soluciones razonables entre todos. Soluciones para preservar la indiscutible utilidad que para los ciudadanos supone contar con una televisión pública autonómica bien gestionada. Alguien tenía que haber dicho "¡Basta!" antes que el dinero de todos se usara para financiar programas como "Tómbola", "Se llama copla", promoviera caridades televisadas, o suplantara las agencias matrimoniales dedicándose a emparejar ancianos solitarios.

Lamento muy seriamente el trágico desenlace de Canal Nou, pero pienso honestamente que el grito en el cielo y los golpes de pecho tenían que haber empezado mucho antes que el gobierno valenciano, amparándose en una decisión judicial, se cargara de un plumazo veinticuatro años de historia atreviéndose a justificarlos con la excusa de que, si no actúa así, podría verse obligado a cerrar algún colegio o algún hospital. Como si no se los estuvieran cargando ya sin piedad alguna. Les da igual con televisión o sin ella. Y como si no estuviera claro que, más pronto que tarde, la Comunidad Valenciana tendrá televisión autonómica... privada.

Tiempo le ha faltado al preboste madrileño para sumarse al carro y amenazar a los trabajadores de Telemadrid que aún quedan vivos con similares medidas a las de Valencia si no se portan bien. Es decir, conflictividad cero y sumisión infinita. Cuando una tele pública se quema, algo nuestro se quema. Y las autonómicas llevan ya ardiendo demasiado tiempo.

J.T.


lunes, 4 de noviembre de 2013

El incierto futuro de "El Correo de Andalucía"


Que levante la mano el periodista que no haya trabajado alguna vez para algún desaprensivo. Que levante la mano quien, contando con una excelente información en su poder, no haya tenido que envainársela porque publicarla hubiera comprometido a quien le estaba pagando la nómina.

Que levante la mano quien haya conseguido permanecer en el oficio periodístico un tiempo razonable, pongamos cinco años, sin tener que renunciar a tratar algún tema peliagudo... "El Correo de Andalucía" un periódico con más de cien años de historia y cuyos periodistas saben mucho de estas cosas, vive una insoportable agonía desde hace ya varios años. Sus competentes, entregados y sufridos profesionales no se merecen el calvario que llevan vivido. De un tiempo a esta parte ven cómo año tras año, mes tras mes, día tras día el medio para el que trabajan, referente informativo en la comunidad andaluza durante decenios, se va apagando sin remisión.

El periodismo en Andalucía no sería lo que es si "El  Correo", semillero de periodistas que ahora enriquecen el panorama informativo de toda la Comunidad, no hubiera existido. Pero los últimos diez-quince años han sido muy tristes: de revés en revés hasta la ruina casi definitiva. Cambios de propiedad, despidos, eres que han ido adelgazando la plantilla, más despidos, rendición de quienes, como su penúltimo director, han intentado salvar los muebles hasta que, ya sin fuerzas, han acabado tirando la toalla y dimitiendo...

Un euro.

El propietario anterior lo vendió hace unos días por un euro y le ha endosado el marrón de la deuda y el incierto futuro del periódico y de quienes se han dejado la piel en él a un personaje cuando menos controvertido que ya sabe lo que es acudir esposado a los juzgados. El que se marcha por la puerta de atrás, un tal Gallardo, era un hombre de negocios que se hizo cargo del periódico porque esperaba a cambio prebendas de la Junta que nunca llegaron... 

Por los medios de comunicación, como por los equipos de fútbol, merodean muchos arribistas y vocacionales del pasteleo que usan el periodismo o el fútbol como medios para hacer prosperar sus empresas. El caso de "El Correo de Andalucía" no es más que uno de los muchos ejemplos tanto de eso como del traumático cambio de ciclo que viven los medios de comunicación no ya en España, sino en el mundo entero. 

A los propietarios de los medios de comunicación, a quienes controlan la mayoría de ellos, les importa un pimiento la información, el derecho del lector, el radioyente o el telespectador a estar bien informado o cualquier otra premisa que tenga que ver con la deontología periodística. El gestor de telecinco declaró hace poco sin cortarse un pelo que él no tiene periodistas en su cadena, sino "comunicadores"; otro gestor -¿o era el mismo?- presume de ser un vendedor de publicidad que rellena con entretenimiento los huecos que le quedan vacíos...

Como dice Aidan White, ex secretario general de la Federación Internacional de Periodistas, el ambiente en el que trabajan los periodistas no facilita que cumplan la función que tradicionalmente se les atribuye. Producir buenas historias, investigar, reunir información precisa, y trabajar con independencia resulta mucho más difícil cuando los empresarios de la comunicación no solo no invierten ya en periodismo, sino que ni siquiera creen en él. Hace ya un tiempo que a los empresarios les parece que el periodismo no es una buena inversión. Cientos de cabeceras han cerrado en Estados Unidos y en todo el mundo durante los últimos años...

Mis queridos amigos y compañeros de El Correo de Andalucía inician este lunes cinco días de huelga con la que luchan por la salvación de un entrañable producto periodístico al que han acabado haciendo trizas entre muchos. Me encanta que no se den por vencidos. Como ellos, yo reivindico la existencia de un periodismo vivo y libre: en los periódicos, en las revistas, la radio, la televisión, internet, por activa, pasiva o reflexiva... hasta que demos con la tecla.

Queridos amigos de El Correo de Andalucía, vuestra lucha no solo no es en vano sino que supone todo un aldabonazo para que los demás espabilemos y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para que nuestro trabajo deje de depender de desaprensivos, para que podamos contar sin miedos ni cortapisas todo lo que investiguemos y para que no le tengamos miedo a esos amos que son capaces de dejarnos tirados y vendernos por un euro al peor postor cuando descubren que poner dinero en un medio de comunicación no les ayuda a conseguir, por ejemplo, la licencia para un oleoducto.

J.T.