domingo, 8 de junio de 2014

¿De verdad han pasado 39 años?


Cada sábado, desde hace mucho tiempo, me tomo el café y las tostadas acompañado por las "Sabatinas intempestivas" de Gregorio Morán. Esté donde esté, compro "La Vanguardia" en el quiosco (cada vez consumo menos prensa en papel, pero La Vanguardia de los sábados es sagrada) y disfruto como un enano leyendo al maestro.

Este sábado, Morán ha estado especialmente sembrao con su análisis del "momento que estamos viviendo" y la explicación de los tres factores que, a su juicio, tiene en común lo que ocurre estos días con la España de la Transición del 75 al 82. "Secreto, improvisación y fingimiento". Estas son las tres cualidades, con el miedo de fondo, que Morán atribuye a la Transición, justo las mismas que reaparecen ¡39 años después! tras unas elecciones que han dejado al bipartidismo en minoría y han provocado ya, de momento, la dimisión del jefe de la oposición y la abdicación del rey. 

La explicación de Morán creo que ayuda a entender lo que está ocurriendo. Toda la semana llevo yo escandalizado constatando la vuelta a los tiempos de la censura, a la unanimidad mediática en torno a la institución monárquica, al cierre de filas de partidos presuntamente democráticos que demonizan ahora sin rubor las propuestas de referéndum y las reivindicaciones republicanas... ("Somos republicanos, pero tenemos un compromiso con la monarquía", dicen en el psoe)

He escuchado al ex director de El Jueves explicar cómo una portada según él "blanda", comparada con otras que vieron la luz en la historia de la publicación, fue censurada por la empresa editora, que prefirió comerse con patatas los 60.000 ejemplares ya impresos de la revista antes que distribuir el número con un chiste sobre la monarquía en portada. "En el interior podéis hacer lo que queráis, pero en portada nada de coñas con el rey ni con el príncipe, cuenta Albert Monteys que les dijo el representante de la propiedad al comunicarles la irrevocable decisión "empresarial". Ya no hace falta ni echar mano del secuestro judicial, no vaya a ser que sea revocado. Es la empresa propietaria la que se pone el bozal a sí misma. ¿De motu propio? No se lo creen ni hartos de vino. Herida de muerte, la publicación satírica, que nació precisamente en tiempos de la Transición, ha visto estos días cómo abandonan la redacción diez de sus integrantes, algunos de ellos tras gastar más de veinte años de su vida en la publicación. He visto también cómo una redactora del Mundo es conminada a mutilar una de sus informaciones y "si no, ya sabes dónde está la puerta", se le dijo, y cómo apenas nadie da cuenta de ninguna de estas dos fechorías que están pasando desapercibidas para el común de los mortales.

He constatado cómo en el quiosco los periódicos diarios, con sus portadas apestando a incienso hacia el orden monárquico establecido, arrebatan a las revistas del corazón el lugar que les corresponde. Compruebo a diario las escasas voces discordantes, incluso en el universo digital, con el proceso encaminado a cambiar un rey por otro en dos semanas a pesar de tener que hacerlo en plan chapuza descarada porque no se habían previsto ni los mecanismos, ni las leyes, ni las coartadas necesarias para dotar al vergonzoso paripé de toda la apariencia legal necesaria y suficiente. 

Secreto, improvisación, fingimiento. Han pasado 39 años y las cosas se hacen de la misma manera. O peor, mucho peor que entonces. Los artículos de Gregorio Morán se venden caros en la Red, pero en este link creo que podéis consultar el de este sábado. En él resume lo que otros muchos venimos diciendo con menor brillantez y contundencia que él desde hace tiempo: Es mentira que el rey llevara planteándose la abdicación desde enero, basta repasar sus declaraciones hasta hace poco (discurso de navidad y de la Pascua militar, esa frase que tanto repitió: "moriré con las botas puestas"). Por otra parte... ¿qué es eso tan gordo que hay que ocultar que hace que aceleremos el aforamiento del ciudadano Juan Carlos para que continúe gozando de inmunidad jurídica una vez que pierda las prebendas de las que ahora goza? ¿Quién o quiénes le han obligado a tirar la toalla y por qué? En las fotos en las que firma la abdicación y le entrega la carta a Rajoy parece como si, fuera de plano, hubiera alguien apuntándole con una pistola.

¿Cómo es que se produce la abdicación sin que esté preparada siquiera la fórmula, las palabras con las que el heredero tomará el relevo? Ceremonia laica, poca o ninguna presencia de mandatarios extranjeros. Como aquellas bodas rurales mañaneras, sin invitados ni boato, en las que los jóvenes enamorados sin recursos huían del pueblo juntos y a los pocos días regresaban, se casaban clandestinamete y ahorraban así a sus agradecidas familias el dinero de la ceremonia y el banquete. 

Secretismo, improvisación, fingimiento. Desde que echaron a Pedrojota y cambiaron los directores de la Vanguardia y El País, desde que Felipe (González) y compañía empezaron a hablar de grandes coaliciones, parecía evidente que algo gordo se estaba cociendo. Con la anuencia de Juan Carlos o sin ella. Los que estaban en el ajo llevaban un tiempo preparando el escenario con cuidado y tranquilidad, pero hete aquí que los resultados de las europeas han trastocado todos los planes y han obligado a pegar un acelerón que no habían previsto.

¡Qué mala suerte tiene la, en breve, nueva pareja real! Les llovió a mares el día de su boda y ahora, diez años después, en el momento culminante de la meta, les llueven chuzos de punta por todas partes. ¿A qué balcón saldrán a saludar? ¿Por dónde circulará la comitiva? ¿Cómo conseguirán que parezca que hay fervor popular?¿Qué pasará con las manifestaciones ciudadanas en contra de los fastos? ¿Cómo las neutralizarán? ¿Cómo las ningunearán en televisión?

Secreto, improvisación, fingimiento... Como hace 39 años, solo que ahora el miedo, a juzgar por cómo actúan, parece que por fin empiezan a tenerlo ellos.

J.T.

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