martes, 9 de diciembre de 2014

Sergio Martín o lo que nunca tiene que hacer un periodista

La noche del viernes fue un momento triste para el oficio periodístico en nuestro país. Fue el día en que, en la cadena de información de 24 horas en Rtve, se entrevistó por primera vez a Pablo Iglesias como líder de la fuerza política "emergente" que tiene de los nervios a medio país y parece que esperanzado al otro medio. La noche del viernes 5 de diciembre confirmé mis sospechas: en materia de periodismo, el presentador de la Noche en 24 horas es un verdadero impresentable.

¿Dónde está la fábrica de especímenes de este calado? ¿Para esto nos han valido a algunos tantos años de lucha reivindicando y defendiendo la dignidad del oficio periodístico? ¿Para que acabe apareciendo un niñato pendenciero que, en tan solo una hora, tire por la borda tanto esfuerzo de tantos durante tantos años por conseguir ser decentes y creíbles?

Lo de la Noche en 24 horas del pasado viernes no fue una entrevista. Fue el pésimo y procaz interrogatorio que solo un advenedizo inseguro puede hacer, que solo un trepa dispuesto a abrirse paso a codazos puede perpetrar con tal de no dejar pasar la oportunidad de demostrar a sus peperos jefes que pueden confiar en él para cualquier trabajo sucio.

La factura de aquella entrevista fue impropia de una televisión pública. Al presunto periodista conductor de aquel bochornoso espectáculo le acompañaban cuatro incondicionales palmeros dispuestos todos a merendarse al entrevistado: eran un antiguo reportero condenado por mentir, un melifluo decano de facultad que sueña con hacerse un nombrecito, un anciano llamado Papell que se dedicó a llamar anciano al economista Vicenç Navarro y el nunca suficientemente bien ponderado Graciano Palomo. Ni una sola mujer. Todos hombres y entregados a la causa, ¡viva la televisión pública! Y de propina, el otrora competente Pepe Hervás haciendo el papelón de su vida.

La actuación del tal Sergio Martín quedará para la historia como una de las mayores vergüenzas ocurridas en el periodismo español de los últimos tiempos. Si no fuera porque se trata de algo muy serio, podríamos sencillamente tomárnoslo a broma y punto. Como hace gran parte de la audiencia de 13TV, que la sintoniza para reírse un rato y relajarse viendo esos programas de humor que su empresa propietaria, la católica iglesia española, ofrece en forma de tertulias.

Ni con Mariló Montero. Nunca la televisión pública cayó tan bajo ni la actuación de un entrevistador alcanzó tales niveles de patetismo como en el caso del 24 horas del pasado viernes con Iglesias de invitado. Como internet está lleno de fragmentos que certifican este punto de vista, me limito aquí a citar algunos de los pasajes: "yo soy trabajador de tve", "estará usted de enhorabuena porque han excarcelado etarras", "le voy a hacer preguntas que no sean previsibles", Venezuela, el contrato de Errejón...

No fue una entrevista, sino un interrogatorio con tintes policiales y plagado de lugares comunes que sin duda sirvió para que el espectador, siempre mucho más inteligente de lo que los manipuladores se creen, sacara sus propias conclusiones. 

Queridos estudiantes de periodismo que me hacéis el honor de leer estas líneas: revisad el comportamiento de Sergio Martín durante la entrevista a Pablo Iglesias del pasado viernes, haced justo lo contrario cuando llegue el día en que os encontréis en una situación similar y... acertaréis de pleno.

J.T.

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