lunes, 20 de julio de 2015

Cómo explicar a un extranjero lo que está pasando en España


Por estos días de julio suelo mantener un encuentro anual en Barcelona con cualificados intérpretes de todo el mundo que trabajan en distintos organismos internacionales. El objetivo de Isabel Yuste y Danielle Gree, organizadoras de las sesiones de trabajo en las que tengo el honor de intervenir, es que los cursillistas actualicen sus conocimientos sobre nuestro país y se familiaricen con nombres, caras, términos y expresiones coloquiales para que sus traducciones simultáneas en el Parlamento Europeo, o en la Unesco, o en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo por ejemplo, sean lo más precisas posible.

El año pasado hablamos, y mucho, de lo que supuso la novedosa irrupción de Podemos en el panorama político tras las elecciones europeas, y de cómo aquello significó la apertura de una etapa de vértigo en nuestro país: abdicación de Juan Carlos de Borbón, dimisión de Rubalcaba, protagonismos nuevos de gente joven como Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Alberto Garzón... 

Todo esto les contaba yo cuando aún no se había producido la escandalosa confesión de Jordi Pujol, ni había empezado en Catalunya el tenso y estresante baile que no ha parado desde el referéndum del 9 noviembre de 2014, cuando Emilio Botín todavía no se había muerto, ni tampoco Isidoro Álvarez, ni Miguel Boyer, ni Vargas Llosa se había liado con su viuda...

Me he dado cuenta, al preparar lo que tenía que contar este año, la enorme velocidad a la que han ocurrido y están ocurriendo tantas cosas. Y al irlas desarrollando, a mi alumnado y a mí nos hubiera gustado que se parara el reloj en algunas ocasiones porque resultaba imposible repasarlo todo si queríamos detenernos mínimamente en algo concreto o explicar con más tranquilidad algo que necesitaran asimilar mejor.

En julio de 2014 Felipe de Borbón apenas llevaba un mes en la jefatura del Estado. Un año después sobrevive y  sobrevuela desmarcándose de las correrías de su padre y quitándole a su hermana Cristina, cuando no le ha quedado más remedio, el título de Duquesa de Palma. Su marido Iñaki Urdangarín y ella esperan juicio. Ahí no ha cambiado nada, salvo que uno de sus compinches, Jaume Matas, ha tenido que cumplir -con cierto relajo, eso sí,- sus primeros nueve meses de cárcel.

José Castro, el juez que ha llevado esta causa, suspira aliviado y apuesta por la jubilación, pero no forzosa, como la de su colega Elpidio Silva, a quien se han cargado por haber osado encarcelar a Miguel Blesa, quien fuera presidente de Bankia antes que Rodrigo Rato, ambos responsables de escandalosas irregularidades que nos han costado a todos los españoles varias decenas de millones de euros.

Les he contado a los intérpretes internacionales lo de las tarjetas black de Bankia, lo de Francisco Granados y la Operación Púnica, me han preguntado si lo de Gürtel ya se había juzgado y les he tenido que contestar que no, y que no solo no hay nadie en la cárcel, sino que hasta Bárcenas, de quien hablamos mucho el año pasado, está  ya en la calle. Que los Pujol han declarado en el parlamento catalán, entre insolencias ante los diputados autonómicos del anciano líder y desprecios a los periodistas por parte de Marta Ferrusola, que el caso tiene toda la pinta de ser muy gordo, pero que el tiempo pasa y, como ocurre en tantos otros asuntos similares, la investigación judicial se alarga en el tiempo y mientras tanto nadie pisa la cárcel.

En la cárcel está Gerardo Díaz Ferrán, quien fuera presidente de los empresarios, Carlos Fabra, otrora presidente de la Diputación de Castellón, Francisco Granados y de políticos pocos más. Les enseño un gráfico en el que se comprueba cómo de 1.900 imputados, solo hay 170 imputados, y de ellos muy pocos en la cárcel; les hablo de lo mal que le suele ir a los jueces que deciden poner en marcha procedimientos judiciales que no le convienen a quienes están el el poder...

- Esto parece mi país, comenta una intérprete brasileña
- O Argentina en sus mejores tiempos, añade otra alumna
- ¿Qué significa "chorizo"? - me pregunta una tercera cuando muestro una foto en la que se ve una de las pancartas más emblemáticas del 15M: "No hay pan para tanto chorizo"

Lenta, lentísima la justicia, Por eso llama más la atención la velocidad del resto de los acontecimientos. En enero, Podemos encabezaba las intenciones de voto en todas las encuestas si se hubieran celebrado entonces unas elecciones generales. Les he contado a mis alumnos en Barcelona cómo ante esos datos, se puso en marcha a gran velocidad la búsqueda, caza y captura de cualquier tipo de información que pudiera perjudicar a los principales nombres propios cuyo predicamento popular iba creciendo por días..

Les he contado cómo enfilaron a Errejón por un contrato con la Universidad de Málaga presuntamente irregular, cómo se rastrearon en internet todos los vídeos donde Iglesias hablaba de ETA, de Venezuela... se cargó sin piedad contra Tania Sánchez, contra Juan Carlos Monedero. Y se dió luz verde a una operación de derechas promocionando a un chico joven y guapo llamado Albert Rivera que encabezaba un partido llamado Ciudadanos, con 9 diputados en el Parlamento de Catalunya, para que diera el salto a la política nacional.

Les conté cómo el acoso y derribo ha ido consiguiendo en buena parte su objetivo, cómo Tania tuvo que desaparecer durante un tiempo, cómo se cobraron la cabeza de Monedero y cómo el primer síntoma de que estaban haciendo pupa fue la obtención en las elecciones andaluzas de un número de diputados para Podemos, quince, bastante por debajo de las expectativas que tenía la recién nacida formación. Les hablé de Susana Diaz, de su dificultad para los pactos, repasamos de nuevo el asunto de los ERES y del fin de las carreras políticas -no sin bastante resistencia por su parte- de Pepe Griñán y Manuel Chaves.

Les conté cómo las elecciones municipales han llenado de nombres propios nuevos la escena política española. Con Manuela Carmena y Ada Colau a la cabeza. Les hablé de Xulio Ferreiro, de Martiño Noriega, de Santisteve, de Kichi, de Joseba Asirón, de Joan Ribó, de Ximo Puig, Uxue Barkos, Mónica Oltra...todos los políticos que le han puesto cara a un cambio que despoja al Partido Popular de una enorme cuota de poder y de relevancia, e indica el camino por dónde pueden ir las cosas en las elecciones generales de final de año.

Y les recordé que, antes de las generales, han de celebrarse las elecciones catalanas, el 27 de septiembre. El año pasado les hablé bastante de Catalunya, pero esta vez hemos tenido que incorporar a la charla muchos nombres y muchas explicaciones para intentar que tuvieran algunas ideas claras si es que eso, en el momento catalán actual, es posible. Les hablé de Raül Romeva

-Lo conozco, comenta una alumna que trabaja como traductora en Estrasburgo. Ha sido parlamentario europeo.

Les hablé de Carme Forcadell, de Muriel Casals, de Artur Mas, de Oriol Junqueras. Me pidieron que les explicara la diferencia entre referéndum y plebiscito, lo que significa exactamente "derecho a decidir", qué es Barcelona en Comú, quiénes son los de la "Lista única", me esforcé en precisarles qué es exactamente "Sí es pot" y cómo se entiende que Romeva, a quien conocían por pertenecer a Iniciativa per Catalunya Verds, ahora encabece una lista con la derecha catalana que representa CDC y con Ezquerra Republicana, desligándose de sus compañeros de siempre, Les hablé de Procés Constituent, de cómo Podemos tiene para Catalunya un enfoque distinto que para el resto de España, les conté quiénes son Arcadi Oliveres y la monja Teresa Forcades. Me costó que a esta última no la asociaran con Lucia Caram y acabamos concluyendo que, en procesos de este tipo, nunca faltan los curas y las monjas.

- ¿De verdad que me seguís? -les preguntaba. Os lo repito otra vez si queréis. Os lo explico en la pizarra, además de en el power point, si eso os ayuda a entenderlo mejor.

Pero me aseguraban que no era necesario. Entendieron, incluso, o al menos así me lo dijeron, que los demócrata-cristianos de Duran Lleida que habían estado coaligados con la Convergència de Pujol y de Mas durante 37 años, hubieran decidido partir peras y divorciarse porque no comparten el proyecto soberanista que significa la lista única. La lista única (Convergencia y Ezquerra Republicana) que, de ganar, pondría en marcha según aseguran una hoja de ruta para la declaración de independencia en dieciocho meses. O en nueve, si pueden. Una lista única frente a una especie de macedonia de frutas, que no es lo mismo que sopa de siglas: PP, PSOE, Ciudadanos, Unió, CUP, Sí que es Pot (Podemos + ICV y EUiA + Procés Constituent)...

Como comprenderéis, he acabado agotado.

J.T.


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