martes, 29 de septiembre de 2015

El 27-S que yo viví

imageLa resuelta anciana llegó al colegio electoral recién salida de misa de diez.
– Échame una mano, anda, guapa -le pide a una de las interventoras de “Catalunya Sí que es Pot”-, ¿cuál es la papeleta del NO?
Estamos en un barrio de Sabadell donde al final de la jornada ganará Ciudadanos. Esta papeleta también se la llevarán ellos, porque sus interventores han estado más al loro y han sido prácticos:
– Mire, señora, ahí está la papeleta del NO.
La anciana toma la papeleta de Ciudadanos, vota y se marcha satisfecha ante la estupefacción de los de CSQEP que no han tenido reflejos, o fe suficiente, para captar al vuelo ese voto en el aire.
En un colegio de Sant Cugat, el pueblo donde vota Romeva, una veterana militante de Iniciativa luce acreditación como interventora, también de “Catalunya Sí que es Pot”. No disimula su desánimo cuando cambia impresiones con el grupo de amigos que acaba de llegar a votar y al que yo acompaño.
Un desastre, les dice, no nos vamos a comer un colín. Por si no habíamos pegado ya suficientes resbalones, ahí tenéis las papeletas, ¿las habéis visto?
Tomo una de las papeletas de CSQEP y empiezo a leer la lista: Número uno, Josep Lluís Franco Rabell.
– ¡No me digas que a Lluís Rabell se le podría llamar también Pepe Franco!
– Yo también me he enterado hoy de su nombre completo, me contesta ¿Quién puñetas nos va a votar si no nos aclaramos ni con los nombres de los candidatos?
En el colegio electoral no para de entrar gente. Overbooking. Aquí también se escucha preguntar, a según quién, cuáles son las papeletas del SÍ y cuáles las del NO. Un quilombo, y a río revuelto… ya se sabe. El paquete de papeletas donde figuran los candidatos de “Junts pel Sí” disminuye por minutos. Una pareja ya madura rebusca desorientada la de Convergència, su opción de toda la vida. Una interventora de “Junts pel Sí” se percata. Lleva militando en Esquerra muchos años y no puede evitar ruborizarse cuando se da cuenta que la estoy escuchando asesorar a la despistada pareja:
– La papeleta de Convergència es ésta, les indica señalando la lista que encabezan Romeva y Forcadell.
Quién la ha visto y quién la ve! Pero la causa es la causa y acaba de caer otro voto pa la hucha.
Enriquecedor domingo de gira por el entorno de Barcelona el que estoy viviendo. De pueblo en pueblo, de barrio en barrio, de plaza en plaza. Colas en los colegios para entrar a votar. Aire de fiesta, “cobles” (agrupaciones musicales) que interpretan sardanas que bailan gentes de todas las edades… Son ya las dos de la tarde. Me marcho a la ciudad, a Nou Barris, para recoger a mi hermano porque mi hija mayor y yo hemos quedado con él para comer. Nou Barris será, cuando llegue el recuento, el único distrito de la ciudad donde ganará Ciudadanos, pero mi hermano me asegura que ha visto mucha gente coger la papeleta de “Junts…” Lis jóvenes, en tromba a la CUP. Y para “Catalunya Sí que es Pot”, como para el resto de opciones, ni agua. O casi. Se puede ir intuyendo cuáles serán los resultados.
Mi sobrina Mónica, en el Vendrell, decide votar también a “Junts…”
– Sí, Juan, me dice cuando hablo con ella por teléfono. Los voto porque son unos pesaos, a ver si así me dejan en paz de una vez ¿Que al “Coletas”por qué no? Me parece un falso. No me lo creo.
Mi familia de Gavá, como la de Cornellà, ha tirado más por el lado de Iceta y Arrimadas, aunque algún voto le ha caído también a Rabell, albricias! Escasa preocupación en el ambiente aunque uno de mis sobrinos, que se dedica a vender productos textiles catalanes por toda España admite posibles contratiempos.
– Veo intolerancia, Juan, me dice. Pero la veo fuera de Catalunya, entre mis clientes, no en mi empresa, ni con mis compañeros, ni con mis jefes…
Es lo mismo que piensan mis sobrinos de Palamós, nacidos y crecidos en la provincia catalana más independentista y que me cuentan por guasap cómo están exprimiendo a conciencia el espíritu de fiesta de este domingo tan especial.
De vuelta a Sant Cugat, decido comprar pasteles antes de llegar a casa de mis amigos y empaparme de noche televisiva. Apenas quedan existencias en las estanterías.
– No hemos parado de vender, me dice la dependienta. Suerte ha tenido usted de que aún quede algo.
Arramblo con casi todos los pastelitos surtidos que quedan y nada más llegar a una casa donde cada cual ha votado opciones diferentes, cae la primera botella de cava. Había que prepararse para las largas e inciertas horas de recuento. Y para la digestión, que todavía dura.
Como lo viví lo cuento. Que apocalípticos, catastrofistas y demás predicadores de las siete plagas de Egipto saquen sus conclusiones.
J.T.

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