jueves, 21 de enero de 2016

Las visitas a Felipe, una semana perdida

¡Menuda moral! ¿Con qué ánimo vamos a afrontar las semanas venideras, me pregunto, si el novato monarca va soltando por ahí, a las primeras de cambio, que tendrá que verse varias veces con los portavoces de cada partido político antes de que el Congreso consiga nombrar un presidente de gobierno? Le faltó tiempo a Felipe de Borbón el lunes para hacerle este comentario a Pedro Quevedo, representante de Nueva Canarias, el primer político que lo visitó en la ronda de consultas. Y a éste le faltó tiempo para contárnoslo a todos ¿Ingenuidad?

Tiempos de rey novato, tiempos de parlamentarios novatos, tiempos donde los profesionales del colmillo retorcido no acaban de asumir que se les ha pasado el arroz. Hay dos maneras de cambiar las cosas. Tomándose todas las molestias del mundo o por la vía de los hechos consumados. Mola la segunda, y está cuajando. En el congreso de los diputados tienen ya escaño quienes, hasta hace muy poquito tiempo, se encontraban al otro lado de la valla. Y ha empezado el conflicto. El conflicto con los usos y costumbres de muchos años, con los ritmos, lentos donde los haya; con el papeleo, los trámites eternos, casi infinitos; con la pesada y castrante burocracia…

Lo decía el otro día Xavier Domènech, líder de En Comú Podem. “Nos han votado para que las cosas dejen de ser como eran y aquí se empeñan en que hagamos las cosas como siempre se han hecho”. He ahí la madre del cordero. Hay que acatar aquello que se quiere cambiar, hay que seguir unos protocolos con los que no se está de acuerdo, hay que cumplir el caduco y extinto reglamento, hay que… Y al mínimo que te despistes te la meten doblá: reglamento, legislación vigente, ritmos tediosos, tediosísimos… Esta semana tocaba ir a ver al rey. Y a ello se pusieron. Salvo EH Bildu y Esquerra, todos los demás han tragado y han ido pasando, uno detrás de otro, a agachar el lomo ante un señor que nadie ha elegido porque las leyes en vigor así lo estipulan: el jefe del Estado propondrá un candidato a la presidencia del gobierno tras consultar a los representantes de los grupos parlamentarios. ¿Qué pasaría si ninguno de ellos hubiera acudido a la cita? ¿Por qué han ido?

En tiempos del ahora rey emérito, dado que siempre había habido un candidato mayoritariamente votado con escasa dificultad para obtener el respaldo, las cosas iban como la seda. Unas veces más seda que otras. Pero los resultados electorales del 20-D han cambiado el panorama y dejado en evidencia lo absurdo del procedimiento ¿Tiene sentido que se designe a un seguro perdedor? ¿Tiene sentido jugársela a ver qué pasa? ¿No sería suficiente con someterse directamente a la voluntad de la cámara y ahorrarse el trámite de la visita y las consultas? Aún así, como son unos pesaos, se eternizarían igualmente, pero al menos evitábamos un paso, ¿no?

En fin, que para que los visitantes salgan diciendo (dentro de la discreción que suele rodear este tipo de encuentros, otra cosa que no entiendo) que el rey les ha dado a entender que habrá que verse otra vez porque la cosa va para largo, para ese viaje… tampoco hacían falta tantas alforjas, ¿no? Desde luego, quienes aún calientan sillones en sus despachos están disponiendo de tiempo más que suficiente para no dejar ni rastro, para hacer desaparecer cualquier papel o documento comprometido. No se quejará el gobierno en funciones y sus adláteres. Ideal: eliminan todas las pruebas, borran los discos duros, algo en lo que ya han demostrado sobrada capacidad y reconocida competencia, y de paso cobran el sueldo tres o cuatro meses más. Con sus cotizaciones correspondientes completas, que la vida está mu mala.

J.T.

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